Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, noviembre 22, 2017

Neblina

El viejo hombre caminaba lo más rápido que podía para poder soportar el frío. Luego de dos días de temperaturas normales esa mañana habían vuelto las temperaturas bajas, haciendo mella en la piel y las articulaciones del viejo hombre, a quien le costaba iniciar la marcha cada vez que debía detenerse. Los años y el clima no estaban obrando bien en él, y ahora empezaba a añorar su juventud, cosa que hasta ese instante nunca había sucedido. Para más remate, y de un momento a otro, una espesa neblina empezó a bajar y cubrirlo todo, dificultando su visión y enlenteciendo aún más sus pasos.

El viejo hombre caminaba lento, pues lo espeso de la neblina no lo dejaba ver más allá de un metro de distancia, por lo que debía deambular con cuidado para no tropezar en las mal mantenidas calles ni ser atropellado en los cruces peatonales, pues era tal el nivel de oscuridad que se corría el riesgo que los automovilistas no alcanzaran a ver las luces de los semáforos. Era extraño ver tan poco a esa hora de la mañana, en que ya la luz del sol iluminaba todo; en esa mañana parecía haberse despertado la noche, cubriendo con su frío y oscuro manto todo el entorno, desconcertando a quienes debían movilizarse por la ciudad a esa hora.

Cerca del mediodía la situación había empeorado, la luminosidad era cada vez peor y ya casi nadie podía ver más allá de un metro de distancia. Los tacos eran infernales, los bocinazos se repetían por doquier y cada cierto rato el ruido de un choque por alcance interrumpía el concierto de bocinas. El viejo hombre intentaba avanzar sin saber bien hacia dónde iba o cuánto le faltaba por llegar. Sus piernas le dolían cada vez más, y la situación no parecía tener mejora alguna.

Cuatro de la tarde. Todas las luminarias automáticas estaban encendidas, la sensación de estar viviendo una segunda noche empezaba a alterar a la fauna urbana, haciendo que las mascotas y las aves silvestres empezaran a comportarse de modo extraño. Por su parte la gente se notaba tensa e irritable, y ya se veían peleas a diestra y siniestra, algunas sin motivo aparente. El viejo hombre trataba de pasar desapercibido en medio del caos, mientras tanto el día parecía noche y todo se sentía fuera de lugar.

Seis de la tarde. El día era definitivamente una nueva noche, la gente deambulaba perdida, y nada parecía tener un norte claro. El viejo hombre se había parado en una esquina a mirar qué se venía para el resto del día, sin lograr encontrar una respuesta que aclarara sus dudas. Desde el límite de la ciudad se veía hacia adentro una nube que lo cubría todo. Desde el espacio un satélite mostraba una nube que no dejaba ver nada de la superficie de la ciudad. Desde más allá de la luna los tripulantes de la nave interestelar se regocijaban del resultado de la prueba, y se aprestaban a  cubrir toda la superficie de la Tierra con la misma nube para facilitar su conquista y posterior dominación.