La joven mujer se miraba en el espejo.
Mientras la peineta pasaba por su larga cabellera su vista se perdía en el
reflejo de su habitación, haciendo que su mente se desconectara por momentos
mientras su mano automáticamente seguía repitiendo el mismo movimiento una y
otra vez con el peine sobre su cabellera. Pese a que a esa hora de la mañana no
le sobraba el tiempo, dentro de su planificación estaba el estar sentada varios
minutos frente al espejo preparando su rostro para salir al mundo, y así no
darle una mala impresión a desconocidos y compañeros de trabajo.
La joven mujer se seguía mirando en el
espejo. Mientras aplicaba distintos tipos de tinciones en su rostro para que
éste tomara un color irreal pero que su mente interpretaba como normal, miraba
el reflejo de las cosas y el orden que estas tenían en el dormitorio, para así
facilitar y acortar el tiempo de salida, sabiendo de antemano donde estaba cada
cosa que necesitaría para ese día en la habitación. De pronto una nube pareció
cruzarse frente a sus ojos, tras lo cual creyó ver cómo desaparecía su
billetera desde el velador. La joven mujer no le dio mayor importancia, y luego
de frotarse los ojos se dio vuelta y miró al velador, donde efectivamente aún
seguía su billetera; al darse vuelta al espejo para seguir maquillándose, se
fijó en que el reflejo de la billetera no estaba en el lugar.
La joven mujer estaba extrañada, pues
pese a ver la billetera físicamente sobre el velador, su reflejo seguía ausente
en el espejo. La joven mujer se paró, fue al velador, tomó la billetera y se la
mostró al espejo; justo en ese instante la sombra apareció en el mueble bajo el
espejo, haciendo desaparecer el reflejo de la peineta. La mujer volvió a
sentarse, tomó en una mano la billetera y en la otra la peineta, y se mostró
ambas al espejo: en él, ella veía sus manos vacías asiendo aire. La mujer
intentaba encontrarle una explicación plausible al fenómeno, cuando nuevamente
la sombra apareció, tomando esta vez el reflejo de su cartera.
La joven mujer estaba desconcertada.
Frente a sus ojos una suerte de sombra amorfa le estaba robando el reflejo a
sus objetos, sin que ella pudiera hacer algo al respecto. De pronto tras su
reflejo apareció una sombra sin forma definida que rápidamente envolvió su imagen
y la hizo desaparecer del espejo, dejándola paralizada
mientras veía en el espejo nítidamente la pared del dormitorio ubicada tras
ella. Lo peor de todo, era que no había terminado de maquillarse.