El
sol entraba por las ventanas iluminando el lugar y proyectando
decenas de sombras por doquier. El calor de los rayos del astro rey
entibiaba el ambiente, dejando una temperatura similar tanto al
interior del departamento como en el exterior. La rotación de la
tierra hacía el efecto de un sol subiendo cada vez más sobre el
horizonte, iluminando y entibiando el día en ese lado del planeta,
haciendo que la vida se activara por todos lados. El día era
simplemente maravilloso.
A
las doce del día el sol llegó a su cenit, cayendo sus rayos
verticalmente sobre la superficie de ese lado del planeta. Tal era la
intensidad de los rayos que algunas plantas y flores empezaban a
sufrir su efecto, abriendo sus pétalos y hojas al máximo para
captar la mayor cantidad de luz posible y hacer perdurar con ello el
ciclo de la vida. Por otra parte la humedad de la tierra empezaba a
escapar al transformarse en vapor de agua, que con las horas
aportarían a la formación de nubes que también perpetuaban el
ciclo normal del agua. El planeta rebosaba vida, y todo seguía su
curso lógico.
A
las siete de la tarde el sol empezaba a ocultarse. Los rayos de luz
empezaban a caer perpendicularmente sobre ese lado del planeta,
siguiendo el ciclo normal del día y de la noche. Lentamente las
plantas empezaban a prepararse para seguir el ciclo de la
fotosíntesis, captando gases carbonados y liberando oxígeno al
ambiente. La humedad volvía a la tierra y las plantas empezaban
nuevamente a rehidratarse. Por su parte en las edificaciones la
luminosidad empezaba lentamente a hacerse menor, proyectando sombras
alargadas sobre los diferentes pisos y dándole un toque de
melancolía al medio ambiente; en algo más de una hora llegaría la
noche y la vida empezaría a descansar.
Diez
de la noche, la oscuridad cubría con su manto ese lado del planeta
mientras al otro lado la luz del sol empezaba a activar la vida.
Hacía ya dos años que el ciclo del día y de la noche seguía
ininterrumpidamente haciendo crecer más y más la vegetación,
empezando a cubrir con una hermosa capa verde las construcciones
humanas. Hacía dos años que nadie ni nada cortaba ese crecimiento.
Hacía dos años que la vida humana en el planeta había acabado
producto de una pandemia sin cura, y el único efecto del ser humano
que quedaba en el planeta, aparte de las construcciones, era el haber
servido como abono a la vegetación.