Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, abril 24, 2019

Baño

La joven ejecutiva bancaria estaba incómoda en medio de la reunión. Andaba con un traje ajustado y tacos altos, había despertado bien en la mañana, y luego de tomarse un café en la mañana había empezado a hincharse de un modo casi incontrolable. A la media hora de la reunión la ejecutiva casi no podía respirar de lo abultado que tenía el abdomen, lo que la hacía cambiar de posición a cada rato en su sillón de la mesa de reuniones. De pronto sus intestinos empezaron a moverse ruidosamente, tanto así que el expositor en un momento detuvo su discurso para autorizar a la joven mujer a ir al baño y solucionar su incómoda situación. Luego de pararse avergonzada salió de la sala de reuniones y se dirigió rauda al baño.

La joven ejecutiva entró al baño, y luego de asegurarse que el dispensador de papel higiénico estuviera lleno, se sentó en el sanitario para vaciar sus intestinos y terminar con su problema. Para ella era casi incomprensible que un simple café la hubiera hinchado tanto, pero no había nada más a qué culpar. La mujer de pronto sintió que su intestino sonaba más de la cuenta, y empezó a obrar profusamente.

Veinte minutos habían pasado desde que la mujer empezó a obrar y todavía seguía saliendo contenido desde sus intestinos. La joven de pronto se asustó al pensar que con la cantidad que estaba obrando podía llegar a tapar el sanitario, por lo que se puso de pie para ver qué estaba botando. A duras penas logró contener el flujo de deposiciones para ponerse de pie y mirar la taza; al mirar no podía creer lo que estaba viendo. La taza del sanitario estaba llena de tierra, gusanos, y una especie de sustancia negra que amalgamaba todo; la joven asqueada de inmediato tiró la cadena dejando la taza vacía, justo en el instante en que no pudo contener más sus intestinos y debió sentarse a seguir obrando.

Media hora más tarde sus intestinos seguían vaciando contenido a la taza y seguían sonando, mientras la joven mujer intentaba comprender qué le estaba pasando; de nuevo logró contener el flujo para ponerse de pie y ver lo que estaba vaciando. Ahora la taza estaba llena de baratas, arañas, más gusanos y la misma sustancia negra de antes. La joven tiró la cadena y debió de inmediato volver a sentarse para seguir vaciando sus intestinos quizás hasta cuándo. Mientras tanto en su oficina la pequeña anciana encargada de hacer el aseo limpiaba lenta y meticulosamente todos los muebles; al llegar a la cafetera sacó el contenedor, lo olió, y botó su contenido al lavabo más cercano. No quería que nadie por error tomara del brebaje que le había echado la tarde anterior, luego de ser insultada por la ejecutiva, y que había sacado de su enorme bagaje de pociones y embrujos heredados y acumulados durante toda su vida.