Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, mayo 08, 2019

Maestro

El viejo maestro miraba impertérrito a sus alumnos mientras ellos intentaban imitar sus movimientos. El maestro llevaba más de cincuenta años practicando artes marciales, por lo que tenía uno de los grados más elevados de toda la región en su arte, el que llevaba cerca de cuarenta años entregando amorosa pero estrictamente a sus discípulos. Nadie que hubiera dado exámenes con él había cometido algún error en la consecución de su grado, y dichos grados eran válidos en cualquier academia del estilo en todo el orbe. Con los años había depurado su estilo de modo tal de parecerse cada vez más al arte original de sus ancestros, y su cuerpo se había convertido en un arma mortal.

Luego de veinte minutos repitiendo una y otra vez los movimientos demostrados y explicados por el maestro, los discípulos estaban bastante cansados y algunos inclusive hasta acalambrados. El maestro estaba todo ese tiempo arrodillado en el suelo con las manos sujetando su cinturón y la mirada fija al frente, sin decir palabra alguna; luego de demostrada y explicada una secuencia se daba por aprendida y entendida. De pronto el discípulo de más alto grado, y que hacía las veces de ayudante del maestro, detuvo los movimientos, ordenó a todo el grupo y dispuso que la secuencia partiera de cero, y con todos los alumnos haciéndola coordinados.

Terminada la secuencia y con el beneplácito del ayudante del maestro, todos hicieron una venia a éste, y empezaron a hacer un entrenamiento de combate libre uno contra uno. El maestro se mantenía en su sitio sin moverse ni expresar sentimiento alguno. De pronto una de las alumnas más jóvenes, desordenada y de bajo grado se quedó mirando al maestro cerca de un minuto y sin permiso de nadie se acercó a él y de la nada acarició su rostro.

El cuerpo del maestro cayó pesadamente hacia el lado contrario de la caricia, haciendo que la chica gritara: un par de segundos después el ayudante estaba sobre el cuerpo inerte del maestro, quien había fallecido al terminar de demostrar los movimientos que se ejecutarían en la clase. La conmoción en el grupo fue terrible; mientras tanto y entre ellos el alma del maestro se despedía de sus alumnos con la satisfacción de su deber cumplido. Nadie tuvo la sensibilidad de sentir que mientras ellos ejecutaban la secuencia de movimientos, el alma del maestro la ejecutaba junto con ellos por última vez.