El
joven caminaba lentamente por el pasillo. Pese a ser seguido por
varias personas el joven parecía no querer apurar su paso, haciendo
que todos caminaran a su velocidad, lo que no le generaba mayor
preocupación, ni tampoco parecía molestar a quienes lo seguían.
As´, la marcha de todo el grupo era guiada por la lentitud del joven
hombre.
Al
lado del joven iba un hombre mayor, vestido de negro, quien parecía
recitar letanías. El joven no lo tomaba en cuenta, pues tenía
mayores problemas en ese momento que escuchar a alguien que hablaba
cosas extrañas a su lado sin que nadie se lo pidiera. Tras él
caminaban cuatro hombres de uniforme y dos o tres de elegante terno,
que caminaban en silencio y no parecían querer apurar la marcha del
joven hombre, quien mantenía su paso cansino sin inmutarse.
El
joven hombre seguía caminando. De pronto frente a él apareció una
puerta cerrada, ante la cual el joven hombre detuvo su paso. Al
instante uno de los hombres de uniforme se adelantó, sacó una llave
y abrió la puerta: la caminata había terminado, ya habían llegado
a la sala de ejecuciones donde una inyección letal acabaría con la
vida del joven psicópata asesino.