Una
antigua melodía sonaba en la cabeza de la joven mujer esa mañana
camino al trabajo. La joven no sabía de dónde había salido esa
canción, probablemente era un recuerdo de su temprana infancia pero
del cual no tenía plena conciencia. En su cabeza no había memoria
de letra, instrumentos ni voces, simplemente era una melodía salida
de su cerebro que la acompañaba esa mañana camino a su trabajo.
La
muchacha se bajó del bus, y empezó a caminar el recorrido desde el
paradero hasta el edificio donde estaba la compañía para la cual
trabajaba. Mientras caminaba, un olor irreconocible apareció en su
nariz. El olor no se parecía a nada que ella hubiera olido antes; la
sensación era desagradable, el olor parecía llenar su nariz y hasta
lastimar sus fosas nasales, era como un fuego entrando a su cabeza
directamente, y que a su paso quemaba los huesos de la cara y de la
cabeza. La molestia era tal que hasta la complicaba para caminar,
pues el olor le provocaba mareos y náuseas.
La
muchacha entró al edificio, tomó el ascensor, llegó a su oficina y
como era temprano, se sirvió un café para llenar el tiempo hasta el
inicio del horario laboral. Mientras veía humear la taza por el café
caliente, sus ojos empezaron a ver extrañas imágenes que nunca
había visto: Una serie de luces se cruzaban por su campo visual,
extraños árboles de tamaño irrisorio para ella, montañas y ríos
que no recordaba haber visto en algún programa de cable de
naturaleza, o en algún libro en el colegio, pues ella nunca había
salido de la ciudad. Lo que más le molestaba era la luz, que parecía
como de varios soles iluminando a la vez, lo que la hacía estar con
los ojos casi cerrados en la silla de su oficina.
Terminado
el café, la muchacha se quedó sentada tiesa en su silla. Ante sus
ojos había una especie de animal enorme que la miraba con ojos de
hambre; de improviso el animal se abalanzó sobre ella, la joven
levantó su brazo por instinto de defensa, y en ese momento un dolor
lacerante se apoderó de su brazo haciéndole dar un grito
destemplado que llamó la atención de todos sus compañeros de
trabajo. La muchacha gritaba desesperada mientras sentía que su
brazo parecía desprenderse de su cuerpo con la fuerza con que
agitaba su cabeza el animal. Al llegar sus compañeros de trabajo al
cubículo de la joven, se encontraron con la muchacha tirada en el
suelo gritando desesperada de dolor, agitando su brazo derecho sobre
su rostro.
El
tigre dientes de sable atacaba con fiereza al macho homínido que se
había perdido del grupo de cazadores. Los colmillos del animal
destrozaban la carne del brazo del joven cazador, hasta que logró
cortar la extremidad dejando al cazador desangrándose en el suelo.
En la oficina la muchacha sufría un colapso cardíaco por el dolor
que rápidamente la llevó a la muerte. Mientras tanto en el bardo,
un guía era fuertemente reprimido por su maestro al dejar abierta la
memoria de vidas pasadas de un alma provocándole una muerte antes de
tiempo.