Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, noviembre 06, 2022

Vagabundo

 El vagabundo miraba concentrado al gato de la esquina que parecía estar tocando un arpa invisible con los movimientos que hacía con sus patas delanteras en el aire. El gato por su parte estaba concentrado en el espíritu que estaba delante de él y que le hacía fiestas sin ser visto por nadie más que por los animales que a esa hora de la mañana circulaban por el lugar. Al gato no le importaba que al espíritu le faltara la mitad de la cara, él simplemente quería jugar con el alma en pena que aún no encontraba su camino a donde le correspondiera ir, para alegrarle en algo el día.

El vagabundo buscó entre sus cosas y encontró un pedazo de pan que no estaba tan duro, y se lo ofreció al gato. El animal sin embargo no lo tomó en cuenta, pues ahora le movía la cola al alma de una niña que había muerto hacía más de cien años, que vestía un vestido con muchos vuelos de tela delgada, y que pese a tener las órbitas vacías miraba al gato y le acariciaba el lomo con suavidad y algo de temor, pues nunca había entendido que estaba muerta, o qué era lo que significaba estar muerta, y cada cosa que hacía le causaba temor.

El vagabundo tenía una botella plástica cortada a la mitad que hacía las veces de vaso; en ella vació un poco de agua fresca y la dejó en el suelo cerca del gato. El animal pasó por encima del recipiente con agua, pues un par de metros más allá apareció de la nada el espíritu de una mujer que estaba sin ropa y le faltaba la cabeza, y que se agachó para llamar la atención del gato y hacerle cariño. El gato frotó su lomo por las piernas y las manos de la mujer, quien parecía calmarse al acariciar y ser acariciada por el felino, quien parecía disfrutar de la presencia de las almas en pena más que de las personas vivas.

El vagabundo se puso de pie, hastiado. Nunca pudo llamar la atención del gato, y decidió irse del lugar a buscar en otro lado a lo que fuera que lo tomara en cuenta. El gato se dio vuelta y vio el alma negra sin forma definida del vagabundo que se alejaba por las calles del cementerio. Nunca en sus largos quince años de vida se había encontrado con una entidad desencarnada tan maligna que fuera capaz de alejar al resto de las almas del cementerio, dejando visibles apenas a las tres más antiguas del lugar. Ahora que por fin se fue del lugar, el resto de las almas podrían volver a salir a jugar con el gato nacido y criado entre muertos.