La
mujer estaba aterrada, la situación que vivía le era incomprensible
y temía estar volviéndose loca. Esa mañana había despertado tal
como todos los días con el despertador, se había duchado, vestido y
tomado desayuno. Cuando estaba lista para ir a dejar a sus hijos al
colegio, un extraño zumbido invadió su cabeza: la mujer de
inmediato sospechó que le había subido la presión, hasta que el
zumbido se transformó en una voz dentro de su cabeza, que le hablaba
fuerte y claro, La mujer llevó a sus hijos al colegio a toda
velocidad escuchando música en la radio del auto a todo volumen; al
dejarlos manejó a toda velocidad de vuelta a su hogar y se encerró.
Al estar en silencio en su habitación, la voz volvió a sentirse
nítidamente dentro de su cabeza.
La
mujer miraba a todos lados, creyendo que alguien tenía puesta alguna
radio en alguno de los departamentos colindantes, pero el único
sonido que se escuchaba era el de su televisor; sin embargo ello no
tenía parecido alguno a la voz en su cabeza que le hablaba sin
parar. La mujer llamó a su trabajo, se reportó enferma y decidió
empezar a investigar lo que le pasaba. Con bastante esfuerzo logró
encontrar hora para ese mismo día con un médico para que la
evaluara, pero sería bastante tarde, de hecho casi de noche.
Mientras la voz seguía sonando en su cabeza, decidió llamar a su
mejor amiga para encontrar algo de apoyo emocional. Justo al marcar
el teléfono, una segunda voz en su cabeza empezó a sonar.
La
mujer se puso a llorar en cuanto inició la llamada con su amiga. Al
otro lado de la línea su amiga intentaba consolarla y entender lo
que le estaba pasando. Cuando le contó, la amiga le dio una sospecha
lapidaria: las voces dentro de su cabeza podían significar
esquizofrenia. En ese momento la amiga también rompió en llanto, y
ambas mujeres lloraron conectadas por el teléfono varios minutos. Al
despedirse la mujer entró en pánico, y recordó que tenía una
conocida que era bastante poco emocional, pero que siempre tenía
alguna respuesta lógica cuando le planteaban algún problema. Al
comunicarse con ella la encontró trabajando; luego de contarle el
caso la mujer guardó silencio un par de segundos, para luego
preguntarle qué decían las voces. En ese instante la mujer cayó en
cuenta que no había escuchado lo que las voces le decían.
La
mujer estaba asumiendo su nueva realidad; ya estaba tranquila, había
anulado la hora médica y llamado al trabajo para avisar que volvería
sin problemas al día siguiente, y que justificaría la ausencia con
un permiso. Al escuchar las voces en su cabeza se dio cuenta que eran
almas en pena que no encontraban el camino al más allá, y que la
habían contactado a ella al darse cuenta que era una médium. Ahora
debería ponerse a estudiar para saber cómo utilizar de mejor manera
su nueva e irreversible condición.