La
muchacha coreaba una melodía para ella inexistente. Muchas veces se
había planteado el deseo de componer una canción, pero sabía que
era una idea ridícula, pues no sabía nada de música, no tocaba
ningún instrumento ni siquiera de oído, y su voz era simplemente
desastrosa. Sin embargo no podía despegar de su cabeza dicha
melodía, por lo que simplemente seguía coreándola en silencio.
Cuando
la muchacha llegó al mall al que iba para hacer unas compras,
descubrió que la canción sí existía, pues la estaban
reproduciendo por los parlantes del centro comercial. La canción se
escuchaba bastante bien, sin embargo le llamó la atención que la
voz que la cantaba sólo coreaba la melodía, como si la canción no
tuviera letra. Mientras se acercaba a la tienda que buscaba empezó a
imaginar una letra para su melodía: grande fue su sorpresa al
escuchar por los parlantes que la letra que estaba imaginando empezó
a sonar en voz de la cantante.
La
joven mujer estaba revisando la ropa que estaba a la venta en la
tienda. De pronto se dio cuenta que la canción seguía sonando por
los parlantes del centro comercial, sólo con el pedazo de letra que
ella había imaginado, y luego tarareada sin más contenido. La mujer
empezó a pensar, de pronto decidió ponerle algunas palabras más en
su cerebro a ver qué pasaba: justo en ese instante la cantante
agregó las palabras a la reproducción que se escuchaba.
La
mujer se sentó en el patio de comidas del centro comercial. Ahora
entendía que era su responsabilidad completar la letra de la canción
para que ésta terminara en algún momento. Con esfuerzo logró darle
cierto sentido a las frases y algo parecido a una rima para que
sonara al menos decente. Luego de media hora terminó de escribir la
letra; en ese momento todo quedó en silencio y de pronto la canción
empezó a sonar de cero. Con orgullo la mujer escuchó completa la
letra que había inventado, y que sólo ella sabía que había nacido
de su cerebro. Ella, y un pequeño ángel bebé que había bajado a
la tierra a empezar a cumplir deseos al azar para empezar su
formación como entidad superior en el más allá.