Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, julio 14, 2010

Historia de Sangre: Sabiduría

Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719

Capítulo XVI: Sabiduría

Luego que Luz y el pequeño de cabello rojo se habían ido, Blood se dedicó simplemente a leer y cazar. Por costumbre, seguía cazando de noche y durmiendo y leyendo de día. Por gusto seguía cazando humanos que trajeran libros consigo, para así poder seguir leyendo. Pronto aprendió a diferenciar los libros. Algunos narraban historias de distinta índole, otros dictaban normas de conducta y de vida para los humanos, incluyendo ciertos castigos según la desobediencia; pero los que más llamaban su atención eran los libros que enseñaban cosas. Y había muchos de esos libros, que enseñaban a hacer casi de todo: casas, ropas, comidas, comportamientos… Lamentablemente algunas de las cosas que enseñaban no eran simples de entender, y Blood quedaba lleno de dudas que no tenían solución alguna.

Una noche venía por el camino un humano anciano. Blood se fijó en los libros que traía y rápidamente se cruzó en su camino. El hombre lo miró, sabiendo que su destino estaba cerca:
-Por favor, hazlo rápido, no quiero sufrir.
-No sufrirás.
-Lo único que lamento es que mi conocimiento se perderá.
-Yo lo tendré al leer tus libros.
-No es tan fácil, no todo está en los libros. La experiencia no está escrita, y mucho de lo escrito debe traducirse para poder ser comprendido por todos.
-Mmmmm… anciano, ¿me temes?
-En estas circunstancias ¿importa acaso?
-Te repito la pregunta: ¿me temes?
-No, no te temo. Temo a tu leyenda, y a lo que pasará con lo que sé de la vida una vez que me mates.
-¿Consideras bueno o malo que mate humanos?
-No soy quién para juzgar. Tal vez simplemente sea tu naturaleza.

Blood quedó pensativo, por primera vez en su vida veía que no todo era cazar y comer, y que tal vez los humanos, aparte de Luz, podían servir de algo más:
-Anciano, te ofrezco un trato.
-¿Qué?
-Un trato, así le dicen ustedes cuando alguien ofrece a cambio una cosa por otra ¿cierto?
-Sí… dime, nada tengo que perder.
-Te ofrezco tu vida-el anciano no daba crédito a lo que estaba escuchando.
-… ¿a cambio de qué?
-Tu conocimiento.
-…
-Anciano, tú no tienes mucha carne, y ya debe estar muy dura. Lo único que hago cuando no cazo ni duermo es leer. Pero tú dices que no todo el conocimiento está en la lectura. Además estás triste porque tu saber se perderá. Dame de tu saber, y yo te dejaré vivir.
-¿Y de qué va a servir mi conocimiento en ti? ¿Lo usarás para seguir matando?
-Dijiste que no eras quien para juzgar.
-… veo que no eres una simple bestia, que eres capaz de razonar con mucha claridad.
-El trato, ¿sí o no?
-Obviamente no tengo alternativa: sí.

Así, el anciano se fue a vivir con Blood en el castillo. De a poco empezó a enseñar a Blood todo lo que él había aprendido en su larga vida. Blood respetaba al anciano, tanto como había respetado a Luz, por tanto se cuidaba de mantener sus instintos animales fuera de la vista de éste, para no hacerlo sentir mal; además, procuraba al hombre los alimentos necesarios para su subsistencia. Un día el hombre interrumpe las lecciones:
-Blood, quiero hablar contigo.
-Dime.
-Tengo una propuesta para hacerte. Sé que sonará muy extraño, pero por favor piensa antes de contestar.
-Te escucho.
-Yo estoy muriendo, soy un hombre viejo y cansado, ya no puedo seguir tu ritmo de aprendizaje y te he entregado todo lo que sé.
-Y lo agradezco.
-Pero de todos modos veo que mi plan de vida no se cumplirá. Mi conocimiento quedará en ti, pero de ti no saldrá y no será útil a la humanidad.
-Entiendo.
-Conozco gente… gente como yo, ansiosa de aprender y enseñar… ellos no se interesarán en tu intimidad… si tú permites que ellos vengan a vivir aquí…
-Pides mucho.
-Pero mucho te he dado… piénsalo, son hombres que tienen familias, cuya meta en la vida es crecer y ayudar a crecer al resto. Estarán felices de aprender de ti, y de enseñarte lo que tú no sepas… de algún modo veremos qué hacer para explicar tu extraña longevidad, déjame pensar en algo, tú sabes que se me ocurrirá algo…-¿enseñar? ¿a los humanos? Era bastante contraproducente la idea, de día aprendía de ellos y les enseñaba, y por la noche los mataba… pero igual era una idea seductora…
-Mmmm… ¿y vivirían dentro de mi castillo?
-Hay mucha tierra fértil más allá de la piedra que sostiene tu castillo. Si tú lo autorizas, ellos podrían construir sus casas ahí… vamos Blood, en el peor de los casos-ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba por decir- si no resulta te los comes…
-¡¡Ja ja ja ja ja!! Veo anciano que estás dispuesto a todo. Bien, intentémoslo. Dime cómo hacerlos venir.

Dos años después había cuatro o cinco casas en los alrededores del castillo, todas habitadas por hombres sabios y sus familias. Ninguno se preocupaba de preguntar por el aspecto de Blood (luego de la primera impresión, claro) o por sus desapariciones nocturnas. El anciano se encargó de fijar los límites de la curiosidad y privacidad, y todo quedó claro en aras del conocimiento. Así, el pueblo aledaño al castillo nació gracias a la segunda pasión de Blood. Con los años la voz se fue corriendo entre ciertos intelectuales que estaban dispuestos a lo que fuera con tal de enseñar y aprender. Blood estaba satisfecho: el depositario final de todo sería siempre él.