-Hola mamá.
-Hola hijo, ¿cómo estás?
-Mal mamá.
-¿Qué te pasó, negrito?
-Lo de siempre mamita.
-¿Te asaltaron de nuevo?
-Sí mamá, entre cuatro.
-Pucha hijo, ¿y qué te pasó esta
vez?
-Lo de siempre viejita, me atacaron
entre los cuatro y me defendí.
-¿Cuántas veces te he dicho que no
hagas eso?
-Hartas, mamá.
-Y nunca me haces caso... ¿y en qué
terminó todo?
-Me pegaron entre los cuatro, primero
de pie con palos y luego en el suelo a patadas en la cabeza.
-Dios mío... ¿y qué pasó?
-Me mataron mamita.
-Lo imaginaba...
-Mamá...
-¿Sabes hijo? Tú no
quieres aprender. Te lo he dicho hasta el cansancio, si te asaltan
entrega todo. Pero no, te crees superhéroe, enfrentas a los
criminales y terminas muerto, ¿y qué viene después?
-Mamá...
-Lo de siempre. Revives,
los asesinos se asustan, te paras...
-Pero mamá...
-Los matas y luego te los
comes.
-Mami...
-¿Y a quién culpan
después de la obesidad del porfiado? A la mala madre que no controla
la dieta de su hijo...