Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, julio 04, 2012

Peligro


Marta miraba con desdén por la ventana hacia la calle. Hacía ya cuatro años que no ponía un pie fuera del hogar, luego que su marido fuera asaltado y asesinado justo en la puerta de su casa; fue tal el temor que desde ese entonces le tomó al mundo fuera de las paredes que la protegían, que nunca más hizo siquiera el intento de salir. En vano fueron los intentos de su familia y amigos por hacerle entender que la muerte de su marido había sido algo fortuito, que pasaba todos los días y que también podía pasar dentro de su casa: para ella estaba claro que seguridad significaba hogar.

Siempre se habían escuchado en la cuadra donde estaba la casa de Marta historias de fantasmas, lo cual no era muy descabellado en un barrio de casas de más de cien años hechas de madera y adobe, por ende dadas a crujir con facilidadad frente a los cambios de temperatura. Además, en esa misma acera había una iglesia que databa de mediados del siglo XIX, época en que era relativamente habitual que los vecinos prominentes (y con el dinero suficiente) pudieran ser sepultados en el terreno del templo. Así, muchos vecinos intentaban pasar poco tiempo solos en sus casas y mantenerlas bien iluminadas, por temor a lo desconocido; dentro de ellos no estaba Marta, quien sabía que el verdadero peligro estaba en los vivos, más allá de la puerta de su casa.

Esa noche había sido particularmente extraña. Una aparatosa tormenta eléctrica había iluminado una y otra vez el mundo fuera de su casa, dejando entrar resplandores y bramidos varios durante largas horas, junto con una espesa lluvia que en algunos instantes se transformaba en granizo, los que golpeaban con violencia los vidrios y el techo de su hogar. De improviso la tormenta cedió, las nubes desaparecieron, y un claro cielo estrellado se dejó ver a través de las ventanas, junto con un espantoso frío que envolvió todo el entorno. Ya que a esa hora no haría nada, lo mejor era acostarse para evitar algún resfrío. Cerca de las dos de la mañana empezaron los ruidos, primero apenas perceptibles, luego cada vez más fuertes: el sonido parecía como de alguien arrastrando unas cadenas. Marta permaneció en silencio para tratar de escuchar bien y asegurarse que no fuera su imaginación; cuando estaba cabeceando, lista para volver a dormir, escuchó de nuevo aquel ruido, que era efectivamente de cadenas arrastradas por el piso. La mujer se levantó a revisar la casa, y sólo encontró a su gato que dormía plácidamente en medio del comedor. Segura que había sido sólo un sueño Marta decidió volver a dormir, pero en cuanto llegó a su dormitorio el ruido empezó de nuevo. La temerosa mujer encendió todas las luces de la casa y la revisó por completo, sin encontrar nada fuera de lo común, salvo que las luces espantaron a su gato quien se fue a dormir debajo del sillón. Luego de volver a revisar que no hubiera nadie en casa, a las tres y media de la mañana Marta intentó volver a la cama. En cuanto las luces se apagaron el sonido de las cadenas reapareció, y ahora se hacía cada vez más fuerte, como si se dirigiera hacia ella.

La desesperada mujer buscó su rosario y empezó a rezar en voz alta, sin que ello surtiera efecto: el ruido de las cadenas aumentaba cada vez más. En su miedo la mujer fue hacia la puerta de la entrada y le sacó llave, pero no tuvo el valor de abrirla. De pronto escuchó a lo lejos el grito destemplado de su gato, como si lo hubieran muerto, y el aumento del ruido de cadenas. La mujer presa del espanto abrió la puerta de calle e intentó salir, pero su corazón dijo otra cosa, matándola en el acto de abandonar su casa. Un par de minutos después apareció su gato detrás de ella, quien empezó a llorar sobre su cadáver y a lamer su cara, mientras la cadena con que se cerraba la puerta que daba al patio seguía enredada entre su cola y una de sus patas.

5 Comments:

Blogger Francisco Méndez S. said...

Dr Blood: hace mucho tiempo que no visito su castillo.

los miedos nos pueden matar, si para nosotros son reales, es algo terrorífico.

Saludos

7:06 p.m.  
Blogger Unknown said...

Un dato: Los gatos son INMORTALES.Otra cosa, Cuidado con las crisis de pánico, jejej. MATAN!

12:48 a.m.  
Blogger LA LOCA DE LA CASA said...

Edgar allan poe?, puchas...

2:44 a.m.  
Blogger LA LOCA DE LA CASA said...

Tu voz, necesito tu voz...

2:46 a.m.  
Blogger Icy said...

Puchis... El miedo vivo nos puede dejar muertos... de miedo!!!

Gato maricón, por eso no me gustan, son tan buenos pa'hacerse las víctimas!!!

Jajajajajja!!

Bexoz!! Otra vez!...

10:10 p.m.  

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