Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, julio 18, 2012

Turno


Cada vez que el manto de la noche cubría la ciudad, el cabo Manríquez empezaba su turno. El suboficial de carabineros era el más añoso de su grado, pero sabía que jamás podría siquiera aspirar a ser cabo primero o sargento, pues sus papeles estaban manchados: un malentendido aparentemente banal con un oficial termnó en un pugilato de proporciones en la comisaría. Cuando la plana mayor se enteró del caso decidieron expulsar a ambos de la institución, pero las influencias políticas del oficial le permitieron seguir, y para evitar cuestionamientos públicos se mantuvo al cabo en su puesto pero sin posibilidad de ascender en su carrera, y relegado a un eterno turno nocturno.

Manríquez era un hombre sencillo, al que le costaba aprender cosas nuevas, su trabajo era la calle, la patrulla en vehículo o a pie; cada vez que habían intentado dejarlo para labores administrativas terminaba por causar problemas en vez de dar soluciones, por lo que ya ni siquiera era considerado aunque hubiera necesidades imperiosas en dichas labores. La experiencia del cabo le permitía tener ventaja en las calles, cada vez que sospechaba de alguien, ese alguien terminaba intentando un delito o tenía alguna orden de detención pendiente. Además, y pese a lo delgado que se veía, era un hombre bastante fuerte y valiente, y no tenía problemas para enfrentar a quien fuera y como fuera. De hecho no pasaba turno en que alguno de los delincuentes intentara herirlo, lo que terminaba con el tipo herido de gravedad o muerto; en varias ocasiones le hicieron sumarios para intentar probar que era un funcionario violento, pero en todos se demostró sin lugar a dudas que sólo hacía lo que debía hacer para cumplir su trabajo.

En uno de los turnos un joven teniente los acompañó en la patrulla para ver el trabajo de los hombres en terreno. Al doblar una esquina encontraron a cuatro tipos asaltando a una pareja; al ver la patrulla dos de los hombres huyeron juntos y los otros dos siguieron cada cual por su lado. Los policías también se dividieron para la persecución, dejando al conductor perseguir con la patrulla a quienes escaparon de a dos, y Manríquez y el teniente se bajaron para seguir cada cual a los dos que se fueron por separado. Pese al esfuerzo del oficial le fue imposible alcanzar al asaltante que perseguía, por lo que decidió dejar la búsqueda y llamar a la patrulla por radio para reunirse en el vehículo. De pronto escuchó un grito destemplado, por lo que salió corriendo con su arma desenfundada; cuando llegó a la fuente del alarido quedó pasmado: en el suelo yacía el delincuente perseguido por Manríquez, y sobre él el cabo libaba de su cuello la sangre del pobre desgraciado. En cuanto se vio descubierto se abalanzó sobre el novel oficial, matándolo en el acto y bebiendo también su sangre con sus perforados colmillos. Ya tendría tiempo más tarde para armar el escenario y dejar al teniente como un mártir institucional muerto en servicio al enfrentar al delincuente.

3 Comments:

Blogger Unknown said...

lo que nos faltaba: un paco-vampiro!! wena idea para Hinzpeter jejej
Buen cuento

12:53 a.m.  
Blogger CG said...

Jajajajajaja :-)
Bueeeeeeeeeeeeeeno el cuento, mientras no me salgas con un frikismo como los gringos y publiques un "bernardo O'Higgins cazador de vampiros" te creo XD
Po
XD

10:07 p.m.  
Blogger Icy said...

Harto noble el vampiri-paco... Esa es la actitud!!! Pasar piola por la muerte!!!

Jajajajajajjajaja!!! Y cualquier parecido con la realidad NO ES coincidencia, cierto mi Doc???

Jajajajajajajjaja!!

Besitos rojizos!!! :*

9:28 p.m.  

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