Los odio a todos. La rabia casi no me
deja pensar... de hecho no pensé cuando los maté. Pero eso no les
da derecho a no dejarme dormir con su parafernalia fantasmagórica,
apariciones y demases, como si ninguno de ustedes hubiera cometido
algún error en su vida. El mío fue haberlos conocido y haberme
preocupado por ustedes, si no los hubiera tomado en cuenta tal vez no
los habría asesinado... bueno, no tan violenta ni alevosamente... o
tal vez sí, pero sin haberme ensañado tanto con sus restos. El
asunto es que por culpa de ustedes, muertos de mierda, no puedo
dormir, y cuando no duermo me pongo mal genio y empiezo a matar...
sí, sé que suena estúpido meterme en esto, mato, me penan, no
duermo, más mato, más me penan... ¿pero qué se supone que haga,
que me quede tranquilo con el insomnio, o acaso suponen que tomaré
pastillitas para el sueño y la ansiedad? El último psiquiatra que
intentó forzarme a tomar pastillas terminó dos metros bajo
tierra... bueno, no todo, sólo su torso; sus brazos los dejé en un
cerro, sus piernas las tiré a un río y la cabeza... no, no quieren
saberlo...
Los odio a todos. Sociedad de mierda,
se vuelven locos con sus porquerías de normas, leyes, reglamentos...
¿alguno de ustedes se acuerdan que esto en que estamos metidos se
llama “vida” y no “regimiento”, ni “cárcel”? Todo
normado, todo con horarios, todo con límites... ¿no se aburren de
esta endemoniada manía por convertir todo en una rutina sin sentido?
Y después preguntan por qué los odio... por lateros, por cuadrados,
por obsesivos. Y el odio que me generan lleva a la agresión, la
agresión al homicidio, y el homicidio al descuartizamiento. ¿Ven?
Todo es culpa de ustedes, si no fueran tan odiables la historia sería
completamente... no, levemente distinta. Así que ustedes se lo
buscaron, y por eso murieron, y los que aún quedan vivos seguirán
muriendo... así que dejen de botarme las cosas, hacer ruidos y
aparecer transparentes de entre los muros de mi casa para internarse
en el techo o en el suelo. No me asustan, nada me asusta; es más, me
divierto al ver que después de muertos y descuartizados sus
fantasmas siguen enteros. De hecho lo olvidaba, tengo que darles las
gracias: obvio, ahora que sé que sus espectros siguen enteros no hay
cargo de conciencia al destrozarlos... bueno, de hecho nunca lo ha
habido, el único problema del descuartizamiento es lograr sacar
todos los restos al lavar mi ropa, y tener que repartir y esconder
los pedazos; bueno, igual es entretenido buscar lugares raros para
esconder los pedazos para volver locos a los fiscales y a las
policías. Pero ahora que veo a sus fantasmas enteros, simplemente
trituro todo, y la pasta que queda la mezclo con tierra para hacer
abono. Ojalá no esté equivocado, y se me aparezca un fantasma con
forma de carne molida.
Los odio a todos. Pero a los que más
odio es a ustedes, fantasmas de mierda. Me molestan a cada rato, se
amontonan por todas partes, y a diferencia de los vivos, a ustedes no
los puedo corretear ni espantar; siguen ahí, me interrumpen hasta en
el baño. Pero no se van a salir con la suya, espectros hijos de
perra; el odio por ustedes es mayor que el odio por los vivos, así
que ya tomé una determinación: sí, me mataré. Me mataré y me
convertiré en un patético fantasma, tal como ustedes, así los
podré perseguir, matar sus espectros y descuartizar sus almas. Me
pregunto si los espectros tendrán fantasmas...