Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, junio 19, 2013

Horas



Empezando el nuevo día, Raquel miraba el reflejo de la luz de la luna sobre su pálida piel, que parecía de leche por lo blanca y leve, tan leve como su grácil y delicado cuerpo. Todos aquellos que la conocían la trataban con delicadeza, pues estaban seguros que el más mínimo roce era capaz de dañar irreversiblemente a la muchacha. Raquel simplemente se reía al ver la inocencia de quienes la apreciaban, quienes pese a saber de su fuerte personalidad y su explosivo mal genio, igual la consideraban lo suficientemente frágil como para sucumbir a los avatares de la vida diaria.

Una de la mañana. Raquel estaba más activa que de costumbre, mirando por el espacio que dejaba su ventana entreabierta. A esa hora de la madrugada la mujer deseaba, al menos por un instante, volver a ser niña de nuevo, para poder usar esa ventana como puerta y escapar de los muros que la encerraban  físicamente, y que parecían también a veces encerrar un poco su alma, y luego montar su bicicleta para alejarse de todo y todos. Cualquier cosa que hubiera fuera de la seguridad de esa habitación era más seguro para su espíritu que ese encierro. Lamentablemente ya no era esa niña que añoraba volver a ser, y ahora debía conformarse con su envoltura, verdadera cárcel de su esencia.

Dos de la mañana. Raquel miraba el techo, convencida que si se acostaba, se arropaba hasta el cuello y se quedaba tiesa, lograría conciliar el sueño y acortar el viaje que separa un día de otro. Pero su vida parecía estar empeñada en hacer cada vez más largo su periplo, obligándola a estar consciente de cada cosa que pasaba o dejaba de pasar en su existencia más acá de la ventana entreabierta. Morfeo era alguien que no visitaba su vida regularmente; su alma soñadora anhelaba tener más tiempo en el mundo de los sueños para que su mente pintara en el eterno lienzo de la inconsciencia  aquellas ideas que se abarrotaban en sus neuronas por salir y plasmarse donde fuera. Sin embargo, las presiones de sus ideas y sueños no parecían estar destinadas a lograr romper las barreras que las mantenían contenidas sin poder llevarse a cabo, o siquiera expresarse en su totalidad.

Tres de la mañana. El tiempo inexorable avanzaba sin detenerse ante nada ni nadie, dejando en el camino a quienes no le siguieran el tranco, pero a la vez arrastrándolos tras de sí; si bien es cierto Cronos no podía engullir a los humanos tal como lo hizo alguna vez con sus hijos, sí era capaz de llevarlos por los caminos que debían tomar en el momento preciso, sin que hubiera posibilidad alguna de escapar del destino, aquella incertidumbre que venía de la mano del futuro, irrealidad que cobra vida sólo cuando se transforma en presente.

Cuatro de la mañana. Los ojos de Raquel se negaban a cerrarse. A esa hora, y luego de aburrirse de luchar contra sus recuerdos, que parecían atacarla cual fantasmas en busca de venganza, simplemente se dejó llevar. Uno a uno los hechos de su pasado que marcaron algo de importancia en su vida siguieron desfilando ante los ojos de su alma, cada vez con menor agresividad, hasta finalmente fluir, para seguir cumpliendo su cometido pero sin necesidad de herirla. Raquel seguía con sus ojos abiertos, pero ahora a voluntad.

Cinco de la mañana. El desfile ante los ojos de Raquel estaba por terminar. Luego de pasear por sus juguetes, sus padres, su colegio, el instituto, las camas de varios hombres y su trabajo, Raquel estaba llegando al final de su historia. A sabiendas de lo que venía, y pese a que por fin el sueño la había invadido, Raquel abrió con fuerza sus ojos para ver de nuevo lo ya vivido; cómo añoraba en esos instantes su niñez, cuando las únicas metas por cumplir era columpiarse cada vez más alto, sangrar menos de las rodillas al caer de la bicicleta, o hacer la corona de flores más linda para ser la mejor de las princesas. Pero ante sus ojos no aparecían el columpio ni la bicicleta, ni menos las flores: lo más parecido a lo que veía ante sí eran sus sangrantes rodillas.

Seis de la mañana. Había llegado por fin la mañana, y la princesa con corona de flores estaba lista para montar su bicicleta e iniciar de una vez por todas su largo viaje. Mientras el sacerdote leía la triste letanía y la instaba a pedir perdón por los veinticinco ciclistas que secuestró y mató, en venganza por no haber recibido nunca en su vida una bicicleta de regalo, lo que la alejó del grupo de amigos del barrio en su niñez y de la sociedad en la edad adulta, un paramédico revisaba sus brazos para asegurarse que la joven tuviera buenos accesos venosos para poder cumplir su condena. Pero todo ello no era más que un mal sueño: ella sabía que al fondo del pasillo de la muerte, y más allá de la inyección letal, una bicicleta la esperaba para iniciar el incierto viaje, probablemente, al reino de Hades.

3 Comments:

Blogger LA LOCA DE LA CASA said...

Hace tiempo que no te leía. Me gustpo, me entretuvo. Cronos hades Morfeo El OLIMPO, quiero estar allí.

8:40 p.m.  
Blogger Icy said...

Moraleja: Regàlele una bicicleta a su hijo(a)- Eso le salvará la vida...

De hecho, las bicis siempre salvan!!!

:)

9:39 p.m.  
Blogger Unknown said...

Yo cuando chica me hacía coronitas de flores D:

12:37 a.m.  

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