—Papá, ¿qué me vas a regalar para la navidad?
—Nada, tú sabes que no celebro la navidad.
—¿Por qué eres tan amargado? No celebras navidad,
cumpleaños, aniversarios… de hecho no celebras ninguna fiesta, ¿no hay nada que
te guste en la vida?
—No te hagas la tonta, tú sabes lo que me gusta y lo que
no.
—Pucha papá, yo ya tenía pensado qué pedirte para la
navidad.
—No me interesa lo que pensaste para navidad.
—Pero papito, tú sabes que te quiero ene, que casi
siempre he hecho lo que me has pedido, que hasta he postergado mis ilusiones y
planes por seguir lo que tú habías soñado para mi, ¿acaso eso no vale un poco
siquiera?
—Nunca te pedí nada, si hiciste algo fue por tu voluntad.
—Papito…
—¿Qué quieren que haga, que de un día para otro traicione
mi esencia para darle el gusto a todas ustedes? ¿Quieren acaso otro
inconsecuente más en el mundo?
—Perdóname papá, no te molestaré más.
—¿Adónde van a esta hora?
—Papá, ¿por qué hablas en plural? Estoy sola contigo, y
no voy a ir a ninguna parte.
—¿Cómo que no, y quién es esa niña pálida que está a tu
lado y que no para de sonreír como tonta?
—Papá, no hay nadie con nosotros, estamos solos tú y yo.
—Perdona hija, a veces olvido que los fantasmas como tú
no pueden ver sus guías mientras no acepten su muerte y pasen al más allá…