Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 16, 2017

Sueño




El viejo hombre miraba su escritorio en la oscuridad de la noche, iluminado apenas por la pantalla de su computador, único compañero que seguía con él hasta la hora que fuera. Ahí, en la superficie fija bajo la cual colgaba la bandeja del teclado había un vaso con agua y su colección de cuchillos. Nunca había entendido por qué mantenía esas armas en su lugar de trabajo, pero nada lo hacía necesitar moverlas de ese lugar. De pronto, y como ya era medianamente frecuente, el sueño lo invadió antes de alcanzar a apagar el computador, quedándose dormido en la silla frente a la pantalla.

El viejo hombre se vio de pronto en un pasillo cerrado y mal iluminado. Caminaba lentamente tratando de identificar el lugar, tratando de no tocar las paredes. De improviso sintió que alguien tocaba su hombro, haciéndolo girar bruscamente sobre su eje con su mano derecha estirada: era una joven mujer, que lo miraba estupefacta, llevándose inmediatamente la mano al cuello, bajo la cual empezó a manar una cantidad importante de sangre. En ese instante el viejo hombre miró su mano derecha y vio que en ella estaba uno de sus cuchillos, y que en su hoja se apreciaba sangre fresca; justo en ese momento la joven mujer se desvanecía, cayendo muerta al suelo.

El viejo hombre miraba estupefacto el cadáver de la joven mujer botado en el pasillo, e intentaba entender por qué andaba con el cuchillo en ristre en su mano derecha. De pronto se escuchó un grito tras él, haciéndolo girar de nuevo bruscamente, ahora con su mano izquierda estirada: justo después de terminar de girar, el grito se ahogó bruscamente en un quejido, y otra mujer, esta vez de mayor edad, también se tomaba el cuello antes de caer muerta al piso. El viejo hombre miró su mano y descubrió en ella otro de sus cuchillos, también ensangrentado, sin que tuviera explicación alguna para dicha actitud. De pronto la imagen tendió a desvanecerse, y despertó en la silla del computador.

El viejo hombre estaba algo asustado con el sueño que había tenido. De inmediato apagó el aparato y la pantalla, quedando a oscuras en su habitación, para luego encender la lámpara del velador y tomar un sorbo de agua del vaso que estaba en el escritorio. En ese instante varios golpes se sintieron en la entrada del departamento, haciéndolo ponerse de pie, encender las luces y dirigirse a la puerta a ver quién podía ser a esas horas de la noche. Cuando llegó a la mampara y encendió la luz de la entrada escuchó que alguien del otro lado decía “policía”. Justo al tomar el picaporte para abrir la puerta, vio que su mano derecha estaba ensangrentada, tal como la izquierda.