Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, enero 24, 2018

Conocidos

El viejo hombre miraba por la ventana del bar hacia la calle. Su incidental acompañante acababa de irse, y el viejo hombre había quedado nuevamente solo, a merced del personal que ya conocía hace años, y que siempre lo atendía de buena gana. El hombre estaba terminando su trago y un plato pequeño de papas fritas, por lo que luego pediría una nueva bebida para seguir calentando la noche y alargar su permanencia en el lugar. La noche en ese instante estaba agradable, por lo cual no le faltaban ganas ni motivos para estar más tiempo en su bar de costumbre y con la gente que estimaba.

El viejo hombre vio cómo su plato y su vaso de pronto estaban vacíos, y decidió pedir una nueva bebida. Discretamente le hizo una seña al barman quien de inmediato entendió y le preparó su bebida de siempre. Dos minutos después el trago fue llevado a su mesa por una muchacha que él no conocía. Sin darle mayor importancia siguió bebiendo y mirando el entorno, a ver si su mirada se cruzaba con la de alguien para entablar conversación y tener nuevamente compañía incidental en el lugar. Sin darse cuenta se había bebido el trago demasiado rápido, por lo cual miró a la barra nuevamente.

El viejo hombre estaba algo confundido. El barman lo vio a la distancia y comprendiendo su seña, le preparó su trago de siempre. Dos minutos después se lo llevó a la mesa otro mesero, nuevamente desconocido; el viejo hombre entonces empezó  a mirar al personal, y de pronto cayó en cuenta que nadie de los que estaban a esa hora de la  noche eran conocidos, lo que era extraño pues al llegar al lugar estaban los mismos de siempre. El viejo hombre miró a la barra, donde seguía el barman de siempre, quien lo volvió a saludar con una seña. Desconcertado el viejo hombre fue al baño; al volver a su mesa, había una mujer atendiendo la barra.

El viejo hombre no entendía nada. Con temor levantó la mano, acudiendo de inmediato un mesero desconocido a quien le pidió su trago, el cual fue despachado de inmediato. Un par de minutos más tarde el viejo hombre se dirigió de nuevo al baño para mojarse la cara y tratar de despejar su mente; al entrar al lugar le pareció diferente al baño que conocía hace años. Al salir del baño, se encontró con un bar completamente desconocido para él. Al pedir la cuenta, se encontró con que no tenía cuenta registrada en el sistema. Al salir del bar, se encontró en una calle desconocida, en un barrio que no recordaba, y sin saber cómo volver a su hogar.