El viejo hombre miraba por la ventana
del bar hacia la calle. Su incidental acompañante acababa de irse, y el viejo
hombre había quedado nuevamente solo, a merced del personal que ya conocía hace
años, y que siempre lo atendía de buena gana. El hombre estaba terminando su
trago y un plato pequeño de papas fritas, por lo que luego pediría una nueva
bebida para seguir calentando la noche y alargar su permanencia en el lugar. La
noche en ese instante estaba agradable, por lo cual no le faltaban ganas ni
motivos para estar más tiempo en su bar de costumbre y con la gente que
estimaba.
El viejo hombre vio cómo su plato y su
vaso de pronto estaban vacíos, y decidió pedir una nueva bebida. Discretamente
le hizo una seña al barman quien de inmediato entendió y le preparó su bebida
de siempre. Dos minutos después el trago fue llevado a su mesa por una muchacha
que él no conocía. Sin darle mayor importancia siguió bebiendo y mirando el
entorno, a ver si su mirada se cruzaba con la de alguien para entablar conversación
y tener nuevamente compañía incidental en el lugar. Sin darse cuenta se había
bebido el trago demasiado rápido, por lo cual miró a la barra nuevamente.
El viejo hombre estaba algo confundido.
El barman lo vio a la distancia y comprendiendo su seña, le preparó su trago de
siempre. Dos minutos después se lo llevó a la mesa otro mesero, nuevamente
desconocido; el viejo hombre entonces empezó
a mirar al personal, y de pronto cayó en cuenta que nadie de los que
estaban a esa hora de la noche eran
conocidos, lo que era extraño pues al llegar al lugar estaban los mismos de
siempre. El viejo hombre miró a la barra, donde seguía el barman de siempre,
quien lo volvió a saludar con una seña. Desconcertado el viejo hombre fue al
baño; al volver a su mesa, había una mujer atendiendo la barra.
El viejo hombre no entendía nada. Con
temor levantó la mano, acudiendo de inmediato un mesero desconocido a quien le
pidió su trago, el cual fue despachado de inmediato. Un par de minutos más
tarde el viejo hombre se dirigió de nuevo al baño para mojarse la cara y tratar
de despejar su mente; al entrar al lugar le pareció diferente al baño que
conocía hace años. Al salir del baño, se encontró con un bar completamente
desconocido para él. Al pedir la cuenta, se encontró con que no tenía cuenta
registrada en el sistema. Al salir del bar, se encontró en una calle
desconocida, en un barrio que no recordaba, y sin saber cómo volver a su hogar.