El viejo hombre tosía y tosía. Llevaba
una semana con una tos seca incontrolable, que lo atacaba desde que despertaba
hasta que se dormía. Las crisis de tos eran imparables, dejándolo a ratos
inclusive sin poder respirar normalmente. Durante esa semana había consultado
en dos ocasiones con dos médicos diferentes, en donde ambos habían coincidido
en el diagnóstico dejándole sendos medicamentos que hasta ese momento no habían
sido capaces de controlar sus síntomas. La situación empezaba a hacerse
insoportable, y a primera vista no veía solución posible en el corto plazo para
su predicamento.
El viejo hombre no paraba de toser. El
ambiente en su trabajo era incómodo, pues todos tendían a evitarlo pensando en
la posibilidad de un cuadro contagioso; inclusive uno de sus compañeros de
trabajo había deslizado la posibilidad que se tratase de una tuberculosis, lo
que había encendido las alarmas y llevado a su jefatura a conseguirle una
tercera hora médica para tomarle el examen, descartar la sospecha y dejar al
resto del equipo más tranquilo. Así, la vida del viejo hombre se estaba
haciendo casi insoportable esa semana, y no veía en el corto plazo esperanza
alguna que su situación fuera a cambiar, a menos que tomara más medidas al
respecto.
El viejo hombre estaba sufriendo una de
las crisis de tos más violentas de todo el episodio. Ya estaba empezando a
ponerse rojo, y las pausas entre tos y tos no le daban tiempo de tomar aire
adecuadamente, por lo que estaba empezando a asfixiarse. Sus compañeros de
trabajo se dieron cuenta y al no poder hacer nada, llamaron una ambulancia de
urgencias para que ellos tomaran cartas en el asunto. De pronto el viejo hombre
dejó de respirar, y sus compañeros de trabajo intentaron hacerle reanimación
cardiopulmonar en espera que llegara la ambulancia; lamentablemente cuando el
vehículo de urgencias llegó ya era demasiado tarde, pues el viejo hombre
acababa de fallecer.
El cuerpo del viejo hombre yacía en el
piso de su trabajo cubierto por una sábana, en espera de la llegada del
servicio médico legal para retirar el cuerpo y hacer la autopsia de rigor. En
ese instante por los orificios de su nariz empezó a salir una flotilla de
minúsculas naves interdimensionales que se habían alojado en su vía
respiratoria alta toda esa semana provocándole la crisis respiratoria, en
espera que se abriera un nuevo portal a su dimensión de origen para poder
seguir con sus investigaciones espaciales.