El viejo y ya retirado guerrero abrió la
puerta de la habitación después de décadas de mantenerla cerrada. Luego de
luchar un par de minutos con la antigua cerradura y la enorme llave de acero, y
de hacer crujir las bisagras al abrir el portalón de madera, entró a la oscura
habitación que se encontraba llena de polvo en suspensión y cubierta de
telarañas que caían desde el techo hacia las paredes de madera, que mostraban
huecos propios de la acción de termitas. . El viejo guerrero tosió un par de
veces antes que sus pulmones se acostumbraran al viciado aire del lugar, y de
inmediato se acercó a las portezuelas que bloqueaban las ventanas para abrirlas
y permitir que entrara aire y luz al lugar. Una vez que la luz del sol inundó
el lugar, décadas de recuerdos invadieron su mente.
Media hora más tarde el viejo guerrero
se encontraba sentado en una banca, frotando lenta y parsimoniosamente su vieja
y algo oxidada espada con una antigua y desgastada piedra de afilar que se
encontraba en el mismo lugar en que la había dejado veinte años atrás, cuando
había cerrado por última vez la habitación de armas. Luego de diez años de
pelear por su rey fue traicionado por dos subalternos que lo acusaron de vender
secretos al monarca rival, haciéndolo caer en desgracia y salvando apenas del
hacha del verdugo. Ahora, veinte años después, el hijo del rey que lo había
castigado y actual monarca lo había perdonado y llamado a volver a las armas
para proteger el reino de los mismos invasores de antaño. Había llegado el
momento de limpiar su honra y dejar en claro de qué estaba hecho y a quién era
fiel.
El viejo guerrero instaló en un bastidor
de madera su vieja cota de malla y las protecciones de acero. Luego de probarse
las piezas notó que había adelgazado durante esos años, lo cual no era problema
pues ahora tenía más movilidad que antes con la misma armadura; ahora sólo
bastaba ir a la caballeriza por algún caballo que sirviera a su cometido y le
permitiera rehacer su vida con el honor que merecía luego de años de retiro.
El viejo guerrero estaba en la primera
línea de batalla de caballería, listo para entrar en combate; delante de ellos
se encontraba el joven rey arengando a sus tropas. A lo lejos se veía la línea
de caballería del ejército rival, tan preparados como ellos para lo que se veía
venir. De pronto una pequeña bandera en una larga estaca se dejó ver en las
líneas enemigas; de inmediato el viejo guerrero adelantó su caballo, se dirigió
hacia el rey y le clavó una daga en su descubierto cuello matándolo al
instante, para luego iniciar una loca carrera hacia las líneas enemigas, siendo
detenido por tres saetas lanzadas desde ballestas de su línea de combate. El
viejo guerrero cayó agonizando, mientras el ejército rival lanzó su carga de
caballería contra las tropas que por fin había logrado traicionar luego de
veinte años de espera.