Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, abril 11, 2018

Llovizna

Una leve y espesa llovizna empezó lentamente a caer en la nublada tarde en la ciudad. Hacía varios días que el cielo amenazaba con descargar toda su lluvia, pero recién esa tarde se desató la precipitación. En un par de minutos el pavimento se oscureció y humedeció por completo, y las finas gotas de lluvia impedían a la gente ver con normalidad por la gran cuantía que tenían. La ciudad en algunos minutos cambió su rostro de otoño a invierno, oscureciendo y dejando un ambiente húmedo y respirable que muchos agradecían a esas alturas del año, y que otros odiaban con todo su ser.

La llovizna seguía sin variaciones. La gente paseaba con paraguas, parkas, sombreros, y unos cuantos con la cabeza descubierta para aprovechar el contacto con el agua caída del cielo. De pronto una chica gritó con espanto al ver que en su paraguas nuevo había un agujero que extrañamente empezaba a crecer sin control; a los pocos segundos todos quienes llevaban paraguas veían cómo ellos empezaban a perder la tela al entrar en contacto con el agua. En un par de minutos todos los paraguas estaban destruidos, y la gente deambulaba con sus cabezas descubiertas bajo la lluvia.

Algunos minutos más tarde alguien notó que su chaquetón también empezaba a deshacerse con la lluvia; al rato toda la gente en la calle vio cómo sus vestimentas parecían derretirse al contacto con el agua. Media hora más tarde la gente deambulaba desnuda por la calle, algunos cubriéndose, otros luciéndose. Extrañamente la temperatura parecía haber subido un poco por lo que nadie, pese a la ausencia de vestimenta, parecía estar pasando frío. Salvo aquellos que huyeron por vergüenza a esconderse a sus hogares, el resto de la gente parecía estar disfrutando del extraño espectáculo.

De improviso un grito de espanto pareció congelar el ambiente: una mujer vio cómo una de las gotas de la lluvia que los había desnudado había traspasado su piel y generado una dolorosa llaga. A los segundos los gritos se multiplicaron por doquier; la lluvia ahora estaba desgarrando la piel desnuda de quienes se encontraban a la intemperie, causándoles dolores inconmensurables. Minutos más tarde las calles de la ciudad estaban cubiertas de dolientes cuyas pieles había desparecido casi por completo, dejando sus tejidos vivos al contacto con el maldito líquido, que ahora empezaba a corroer todo a su caída, y verdaderos ríos de sangre corriendo hacia las alcantarillas y cubriendo el pavimento. Dos horas más tarde las calles estaban intransitables, uno por la maldita llovizna que corroía todo por doquier, y dos por la masa informe de restos humanos que no dejaba ver el suelo bajo ellos.