Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, mayo 23, 2018

Marta

Las estrellas brillaban en el oscuro y despejado cielo esa noche. En medio de la solitaria playa Marta estaba acostada mirando fijamente el cielo, mientras dejaba su mente volar por sueños y recuerdos que se entrelazaban unos con otros, haciéndole perder a ratos la perspectiva de realidad. Marta era feliz con ello, por lo que no daba mayor importancia a aquello que su mente creaba y recordaba, y se dejaba llevar por las imágenes proyectadas dentro de su cerebro. A unos doscientos metros del lugar, en plena costanera, una silueta cortada por la luz miraba hacia donde estaba Marta, en silencio.

Marta recordaba su infancia en un pequeño castillo en el mediterráneo, como hija de una pareja de condes, donde nunca le había faltado nada en su existencia y todos sus caprichos eran cumplidos con solo decirlo. Luego Marta soñaba una infancia pobre en una especie de gueto rodeada de miseria, hambre y abusos de todo tipo, donde el único deseo era no despertar a la mañana siguiente. A lo lejos la silueta la seguía observando en silencio sin moverse de su sitio.

Marta recordaba una adolescencia aventurera, recorriendo cerros y bosques en bicicleta, acompañada de amigos de su edad y dedicados solamente a disfrutar de los paisajes recorridos, y de buscar nuevos lugares para seguir recorriendo. Luego Marta se soñaba en una mediagua con cinco hermanos más, rodeada de hombres mayores que la buscaban para pasar un rato con la muchacha a cambio de dinero para comer ese día. A la distancia la silueta empezaba a caminar lentamente por la costanera, hacia Marta.

Marta recordaba haber entrado a la universidad con todo pagado, yendo en auto a clases, y disfrutando del ambiente al máximo; recordaba a su pareja, a la que amaba demasiado, y con quien probablemente compartiría el resto de sus días una vez que se recibieran. Luego Marta se soñaba trabajando en una empresa de aseo, con turnos eternos y dolores por doquier, sin haber sido capaz de terminar el colegio; Marta se soñaba llegando a una casucha de mala muerte donde tres pequeños la esperaban, y un hombre borracho dormía en la que parecía ser la cama de ambos. A lo lejos la silueta estaba cada vez más cerca de Marta.

Marta recordaba estar casada con el amor de su vida. Marta soñaba vivir en un infierno. Marta recordaba tener un hijo maravilloso. Marta soñaba con tres hijos drogadictos y delincuentes que tenía que visitar en la cárcel. De pronto la silueta llegó al lado de Marta, tocando con suavidad su frente. Marta había muerto, el ángel de la muerte la había ido a buscar. Ahora Marta era libre, su alma ya no estaba atada a los dos cuerpos que habitaba en universos paralelos, de los que sólo se liberaba al mirar el cielo nocturno en la playa.