La mujer miraba por la ventana hacia el
infinito. La oscuridad de las últimas horas de la tarde le permitían mirar
hacia el cielo y ver las estrellas en todo su esplendor, llevando a su mente a
imaginarse entre las estrellas flotando ingrávida, y desplazándose cual nadador
en una piscina repleta de vacío y polvo de estrellas. La mujer sentía que podía
absorber la energía de las estrellas esa noche, concentrarla en su alma y luego
liberarla donde y como quisiera, sin que ello le causara daño alguno; sin
pensarlo mucho, se dispuso a cumplir su cometido desde su habitación.
La mujer miraba ensimismada la luna. Esa
tarde noche había luna llena, lo que despertaba en parte instintos que tenía ocultos en alguna parte de su existencia, y que la hacían
sentir algo más salvaje que otros días. El brillo del satélite natural le traía
recuerdos de infancia, cuando sus padres le contaban que las formas visibles en
la superficie eran tal o cual personaje mitológico o de la historia, pese a que
habían visto la llegada del hombre a la luna por televisión. La mujer sentía
que la energía de la luna cargaba su alma proveyéndole un poder inimaginable
para los terrestres, y dejaba que eso siguiera sucediendo.
La mujer miraba cómo el cielo de pronto
se puso rojo, tapado por una gran cantidad de nubes que bloqueaban el paso de
la luz de la luna y las estrellas. Las portentosas nubes cargadas de agua y
electricidad estática generaban un bello espectáculo nocturno, y hacían
presagiar una llovida noche. A los pocos minutos se desató una tormenta
eléctrica y una violenta lluvia; la mujer sentía la energía de los rayos
proyectándose en su alma, y la fuerza del agua cargando a la tierra, la que a
su vez la cargaba a ella. Esa noche la mujer estaba repleta de energías
terrestres y estelares, lista para hacer lo que quisiera y donde quisiera.
La mujer sentía todas las energías
desplegadas en la tierra dentro de su alma, y se dispuso a salir al mundo. En
ese instante una mujer más joven que ella entró en su habitación luego de tocar
la puerta; la joven vestida de celeste dijo algunas palabras que la mujer no
entendió, descubrió su brazo dejando a la vista una vía venosa por la cual
inyectó con una jeringa un líquido amarillo transparente, que a los pocos
segundos descargó las energías cargadas en su alma hacia el infinito, dejándola
otra noche más inhabilitada para salir al mundo a cumplir su ancestral
cometido.