Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, junio 06, 2018

Ladrones



Esa noche de invierno estaba más oscura que de costumbre. La neblina dejaba ver apenas a un par de metros de distancia, acentuando las sombras y generando temor en los pocos transeúntes que a esa hora se desplazaban por el barrio. Al medio de una de las cuadras más oscurecida por la neblina había un viejo edificio de departamentos que no tenía conserjería; a esa hora entraron dos hombres que empezaron a mirar bajo las puertas a ver cuál departamento no dejaba ver luz, para intentar forzar la entrada y robar las especies que pudieran en el instante. Luego de dar vueltas por los pasillos de varios pisos, encontraron un departamento como ellos esperaban; en ese momento uno de ellos sacó un juego de ganzúas con el que empezó a jugar con la chapa del lugar, hasta lograr abrirla y darles entrada a encontrar, según ellos esperaban, un cuantioso botín.

Los ladrones andaban desarmados, sólo traían con ellos herramientas para forzar puertas y hurgar en la oscuridad pero nada más; una vez dentro del departamento cerraron la puerta con pestillo y encendieron sus linternas para empezar a trabajar. Uno de ellos empezó a revisar los muebles del comedor mientras el otro se dirigió a los dormitorios, así harían el trabajo más rápido y podrían luego salir del lugar con su botín hacia sus hogares. El ladrón del comedor se encontró con un par de cajas con cubiertos de plata antiguos, los que probablemente se reducirían a buen precio; de pronto el delincuente aguzó su oído y no logró escuchar nada: de inmediato se dirigió a los dormitorios a ver qué había pasado con su compañero. Al llegar al lugar, no encontró a nadie.

El delincuente estaba intrigado, pues estaba seguro de haber visto a su compañero ir a los dormitorios a hacer su parte del trabajo; además él estaba en el comedor, por lo que tenía claro que no había huido del lugar por la puerta principal. Salvo las pequeñas ventanas, no había otro lugar por el cual hubiera podido desaparecer, lo que por lo demás era imposible pues se encontraban en un cuarto piso en un departamento sin terrazas. De pronto el delincuente miró la puerta del closet de uno de los dormitorios, que se encontraba semiabierta y con una tenue luz en su interior.

El delincuente estaba contrariado, no entendía cómo su compañero había decidido esconderse para asustarlo en medio de un trabajo. De inmediato tomó la puerta y la abrió con fuerza, dejando ver el interior del closet donde no había nadie. La tenue luz venía de la pared del fondo del lugar, que parecía una pantalla retroiluminada: cuando el delincuente la tocó, sintió una fuerza incontenible que lo capturó y lo introdujo a su interior: de pronto se sintió flotando en la nada, sin cuerpo y sin realidad. La puerta al infierno se había abierto en el momento preciso para capturar a los ladrones en su tenebrosa irrealidad.