Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 22, 2018

Asesino

El asesino esperaba en el asiento del conductor de su vehículo a que su objetivo saliera del restaurante para llevar a cabo su misión. Llevaba cerca de dos horas en el lugar esperando a que su objetivo terminara de cenar, y tal como era su costumbre andaba con tres armas: una pistola semiautomática, un revólver y un cuchillo de doble filo; así, si el carro de la pistola se trababa tenía a mano el revólver, y si éste por algún motivo no funcionara echaría mano del cuchillo para degollar a su víctima. En sus diez años de carrera nunca nada parecido había sucedido, pero su mentor le había enseñado a ser previsor.

Una hora más tarde la puerta del restaurante se abrió, y su víctima salió del lugar tambaleante, al parecer producto del alcohol ingerido con la cena. La calle estaba casi vacía a esa hora, así que el asesino esperó a que su víctima se alejara unos diez metros de la puerta para bajar del vehículo con sus manos enguantadas, el arma en la mano con la bala pasada y sin seguro. El asesino se acercó por la espalda y a dos metros de distancia disparó tres tiros, una a la columna lumbar, otra al tórax y la tercera a la nuca; en ese instante una risotada se escuchó de parte de la víctima, quien sin inmutarse siguió su camino.

El asesino estaba desconcertado, rápidamente sacó el cargador del arma para cerciorarse que tuviera balas de verdad y no salvas, en cuanto vio que así era corrió donde su víctima, lo encaró, le colocó el cañón del arma en la frente y descargó tres tiros, provocando una nueva risotada en él, quien siguió su camino sin ninguna herida visible. El asesino no entendía nada, nuevamente encaró a su víctima, descargando los seis tiros que quedaban en el cargador al tórax de éste, quien nuevamente rió de buena gana y siguió caminando. El asesino sacó de inmediato el revólver, disparando tres tiros al tórax y tres tiros en la cabeza, obteniendo de vuelta nuevamente una carcajada.

El asesino estaba sorprendido, pero su preparación le impedía dejar viva a su víctima. Un par de segundos después de haber terminado de descargar los seis tiros del revólver, guardó el arma y sacó el cuchillo. Para asegurarse de terminar con su víctima, primero lo apuñalaría en la zona lumbar para romper la aorta y luego lo degollaría, para no dar pie a que quedara vivo; rápidamente corrió a tomar por la espalda a su víctima, quien seguía riendo de buena gana. Al intentar tomarlo por el cuello para apuñalarlo, su objetivo atravesó su brazo, soltando una risotada más fuerte que las anteriores: sólo en ese instante el sicario supo que le habían encargado asesinar a un fantasma.