Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 08, 2018

Profesor

El profesor miraba la pizarra vacía, en silencio. Esa mañana había llegado una hora antes del horario de entrada, y en vez de quedarse en la sala de profesores decidió irse a la sala donde le tocaba la primera clase de la mañana. El lugar estaba oscuro y en silencio, cosa extraña para el anciano maestro que estaba acostumbrado a tener cuarenta alumnos inquietos y ruidosos con él todos los días y a cada rato. El silencio y la oscuridad le venían bien pues su alma era silente y oscura, por lo que su mundo exterior e interior, al menos en ese momento, estaban equilibrados.

Quince minutos antes del inicio de la primera clase empezaron a llegar los alumnos; a esa hora todos llegaban bostezando, con cara de cansancio y desidia; a la hora de inicio entró el último alumno corriendo, con cara de agitación y miedo. A esa hora el profesor empezó la primera clase con asistencia completa, terminando a mediodía para almorzar, y luego seguir el resto de la tarde hasta que el aula volviera a quedar vacía hasta el día siguiente. A esa hora el profesor se sentó en su silla a pensar en el día trabajado, y a disfrutar nuevamente del silencio y la oscuridad.

El profesor despertó sobresaltado, al parecer se había quedado dormido en la sala y nadie del personal de aseo se había atrevido a despertarlo, por lo que siguió durmiendo en el lugar hasta bien entrada la noche; el hombre se desperezó exageradamente antes de tomar su maletín para iniciar el retorno a casa. Cuando asió la manilla de la puerta se dio cuenta que estaba cerrada por fuera, por lo que empezó a gritar al nochero para que le abriera, sin lograr ningún resultado. El profesor se sentó en su silla contrariado; de pronto frente a sus ojos empezó un extraño espectáculo.

Por la cerrada puerta de entrada a la sala empezaron a pasar una serie de seres transparentes de distintas edades y vestimentas. El profesor veía con espanto cómo la sala se llenaba de espectros que lo saludaban respetuosamente y se sentaban en orden en los pupitres distribuidos por la sala; en ese instante recordó una placa instalada a la entrada del colegio que decía que éste se había construido en el mismo lugar donde había un hospital de tuberculosos en el siglo XIX y principios del siglo XX. En un momento la sala se llenó de figuras fantasmagóricas que se quedaron en silencio mirándolo. Sin más que hacer hasta que alguien le abriera la puerta, el profesor empezó a impartir su clase a la audiencia más concentrada y respetuosa de toda su carrera profesional.