El conductor
manejaba su camioneta por la carretera de madrugada. El hombre llevaba más de
diez años trabajando de forma particular haciendo fletes entre distintas
regiones, y dado su orden, responsabilidad y puntualidad nunca le había faltado
trabajo. Esa madrugada transportaba materiales de construcción para una pequeña obra privada que costaban
bastante más baratos en la ciudad de origen del conductor; de hecho quien le
hizo el encargo le pasó el dinero para que él hiciera las compras y las transportara.
Si no había ningún incidente en la ruta el hombre estaría llegando con su carga
cerca de las siete de la mañana a destino, lo que le daría tiempo suficiente
para desayunar y ponerse algo más presentable para entregar el pedido.
El conductor venía
manejando con la radio a todo volumen para ayudar a espantar el sueño; tenía
esa costumbre hacía años, y como le seguía funcionando la seguía poniendo en
práctica. De pronto un sonido extraño como de interferencia de ondas se dejó
escuchar, cosa que no preocupó en nada al conductor, pues era habitual perder
señal y recuperar otra distinta mientras viajaba por la carretera. Extrañamente
vinieron siete períodos de interferencia seguidos, en los cuales se dejaban
escuchar ruidos sin sentido, que el conductor no tomó en cuenta.
Pasada una curva
cerrada la carretera se abrió a sus anchas en un extenso valle que dejaba
llegar las señales de radio sin interrupción; justo en ese instante la radio
sufrió una nueva interferencia de siete períodos, lo cual le causó extrañeza al
conductor, quien sin embargo siguió manejando sin darle mayor importancia. De
pronto los ciclos de interferencias de siete períodos se hicieron repetitivos,
hasta casi interrumpir por completo cualquier canción que se pudiera escuchar.
El conductor intentó poner atención y escuchar qué sonaba en la radio en cada
período de interferencia, pero el sonido del motor y la baja frecuencia de lo
que sonaba hacía imposible entender algo, por lo que el conductor simplemente
siguió manejando.
Tres kilómetros
más adelante el conductor se encontró con una nueva curva cerrada; justo al
salir de dicha curva se encontró de lleno con un camión con acoplado con todas
sus luces apagadas; pese a su esfuerzo fue imposible evitar el choque de su
cabina con el acoplado del otro vehículo. Fue tal la fuerza del impacto que el
conductor salió proyectado por el parabrisas muriendo en el acto. En ese
instante y por última vez se repitió el ciclo de siete períodos de
interferencia, que al escucharlos juntos decían claramente la palabra “cuidado”