Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, septiembre 05, 2018

Lanzamiento

La pantalla del teléfono celular se llenaba a cada instante de más y más mensajes. La secretaria no alcanzaba a abrir uno cuando tres más se desplegaban anunciándole que debería extremar recursos para dejar a su jefatura satisfecha. Esa noche se lanzaría una innovación tecnológica de la empresa para la cual trabajaba, y la lista de invitados al lanzamiento era enorme. Esa noche de verano a las nueve de la noche en la azotea del edificio corporativo se lanzaría el producto, y las expectativas de todos eran enormes, por lo que nadie quería quedarse fuera de un evento que probablemente sería recordado a nivel mundial.

Los invitados iban llegando en grupos de a quince, que era la capacidad máxima de los ascensores. A la entrada de la azotea que estaba convenientemente cubierta con un toldo en la zona del escenario, una promotora les entregaba a cada uno una pequeña caja de cartón dentro de la cual iba el producto a lanzarse esa noche; era primera vez que una compañía invertía en regalar un producto a cada asistente, más aun pensando que esa noche se había convocado a los más poderosos empresarios del país, quienes habían aceptado de buena gana la invitación y miraban con curiosidad el regalo, que sólo debería ser abierto cuando el presentador lo indicara.

Las doscientas personas más poderosas del país se encontraban reunidas en esa azotea junto a sus parejas, a la espera del inicio de la presentación. De pronto por un costado del escenario apareció un hombre de mediana edad, delgado, vestido con ropa sport y zapatillas urbanas, con un micrófono inalámbrico colgando de su oreja derecha; de inmediato se hizo silencio en el lugar, mientras el hombre sacaba de su bolsillo una caja igual a las que se les había entregado a los asistentes. Sin mediar aviso alguno la abrió, dejando ver un aparato negro aparentemente sin botones; a una señal de él, todos abrieron sus cajas y sacaron sus aparatos.

Los empresarios estaban extrañados, el extraño cubo negro no parecía tener botones; de pronto uno de ellos notó que en una de sus caras había un lector biométrico de huellas dactilares, lo que fue confirmado por el animador. En ese instante en la pantalla apareció una cuenta regresiva de diez a cero, para que al llegar al final todos colocaran su índice derecho en el lector de huellas; once segundos después todos los asistentes, incluido el animador, colocaron su índice derecho en el lector. En ese instante los cuerpos empezaron a transparentarse y los gritos de desesperación a apagarse; en cinco segundos los cuatrocientos invitados y el animador estaban en una dimensión paralela atrapados para siempre. El trabajo del animador, habitante habitual de dicha dimensión, estaba terminado; el mundo se había librado de doscientos usureros y sus parejas para siempre.