Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, noviembre 21, 2018

Camionero

El camionero manejaba su máquina a alta velocidad por la carretera. Luego de quince años en el rubro conocía todos los trucos necesarios para conducir seguro por cualquier parte del país, por lo que sabía que en la carretera tendría los conocimientos y la maña suficiente para salvar cualquier situación. El obeso hombre conducía con su siguiente objetivo listo en su mente: el siguiente restorán carretero donde le preparaban su plato favorito, bien presentado y abundante. Cuando ya se le empezaba a hacer agua la boca, un violento ruido y una inestabilidad en la conducción le avisaron lo peor que le podía pasar en ese momento: había pinchado un neumático.

El camionero controló sin dificultad los vaivenes del vehículo y se estacionó en la berma del camino para revisar cuál era el neumático pinchado y prepararse a la tediosa tarea de cambiarlo; al menos el pinchazo había ocurrido a plena luz del día, por lo que no tendría problemas para hacer el cambio con seguridad. Al bajar de la máquina se encontró con el peor panorama que pudiera haber imaginado: había pinchado dos neumáticos dobles, por lo que los repuestos que traía no le alcanzaban para hacer el cambio, pues iba con la carga completa y era inseguro manejar con neumáticos simples en esas condiciones. El camionero estaba varado.

El conductor subió a la cabina para comunicarse con la central más cercana y pedir ayuda. Al instante le contestaron que el vehículo de apoyo más cercano se encontraba a más de tres horas de distancia, con lo cual le llegaría la oscuridad esperando; sin más que hacer el camionero se instaló en la cabina y se puso a dormitar. A las dos horas y media despertó, y vio una camioneta negra estacionándose tras su camión. De inmediato bajó, encontrándose de frente con un hombre alto y delgado de facciones inexpresivas, que antes de saludarlo colocó la mano en el pecho del camionero, sin que éste entendiera el por qué.

El hombre del vehículo de apoyo no hablaba, en silencio instaló un gato hidráulico y cambió los cuatro neumáticos pinchados, para luego retirarse en silencio en su camioneta. Justo cuando el camionero se disponía a partir, una camioneta destartalada y descolorida le hizo cambio de luces; desde ella bajó un hombre tan obeso como el camionero, presentándose como el vehículo de apoyo. El camionero no entendía nada y el conductor del vehículo de apoyo tampoco: lo que el camionero no sabía era que el hombre que lo había ayudado había cobrado su precio, pues al poner la mano sobre el pecho del conductor se había apoderado de su alma, la que ahora llevaba escondida en uno de los neumáticos pinchados para usarla al llegar a su destino.