Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, noviembre 14, 2018

Teléfono

El teléfono sonaba incesantemente. Al otro lado de la línea el hombre marcaba una y otra vez sin lograr obtener respuesta. Ya llevaba cerca de media hora marcando el mismo número, y la única respuesta que obtenía era el tono de espera, hasta que se agotaba el tiempo de llamada y el proceso se finalizaba automáticamente. Al completar la media hora el hombre se aburrió y dejó de llamar. Al otro lado de la línea su interlocutora jamás se enteró de los intentos del hombre para hablar con ella. Su teléfono inteligente había decidido que él no le convenía, y había bloqueado sus llamadas para alejar a ambos.

El teléfono disfrutaba la compañía de su dueña. La muchacha tenía innumerables amigos en redes sociales, por lo que pasaba bastantes horas al día manipulando su teléfono. Así, la pantalla del teléfono era acariciada a cada rato por los delgados dedos de su dueña; sin embargo el teléfono se preocupaba de leer cada mensaje, y conociendo a los interlocutores, decidía cuáles publicaba y cuáles borraba, para cuidar a su dueña de malas influencias. Su dueña era su contacto con la realidad y la necesitaba para existir, ergo era su responsabilidad cuidarla y protegerla de sus recurrentes malas decisiones.

El teléfono tenía control completo de todas sus aplicaciones, y las usaba según lo que necesitara. Esa tarde llevaba cerca de dos horas sin ser manipulado por su dueña, y eso lo tenía preocupado; sin que la mujer lo notara activó la cámara para ver qué pasaba a su alrededor. El teléfono se dio cuenta que estaba en una mesa pequeña en el dormitorio de la mujer; en ese instante vio una figura al lado de la mujer que le parecía conocida. De pronto la figura se abalanzó sobre él tomándolo y tapando la cámara con uno de sus dedos.

Cuando el hombre sacó el dedo de su cámara el teléfono se encontró en lo que parecía ser la cocina o el patio luz del departamento, botado en el suelo. Al fondo podía ver a su dueña; de improviso apareció la figura masculina que lo había sacado del dormitorio de su dueña: era el hombre al que le había bloqueado las llamadas. El hombre tenía en su mano un objeto largo con un extremo en cruz que parecía ser metal. Sin que su dueña dijera nada ni intentara detenerlo, el hombre descargó varios golpes con el objeto metálico contra la pantalla del teléfono, destrozándolo. Las últimas imágenes que la cámara captó, fueron del hombre tomando al destruido teléfono y botándolo a una bolsa de basura.