El
teléfono sonaba incesantemente. Al otro lado de la línea el hombre
marcaba una y otra vez sin lograr obtener respuesta. Ya llevaba cerca
de media hora marcando el mismo número, y la única respuesta que
obtenía era el tono de espera, hasta que se agotaba el tiempo de
llamada y el proceso se finalizaba automáticamente. Al completar la
media hora el hombre se aburrió y dejó de llamar. Al otro lado de
la línea su interlocutora jamás se enteró de los intentos del
hombre para hablar con ella. Su teléfono inteligente había decidido
que él no le convenía, y había bloqueado sus llamadas para alejar
a ambos.
El
teléfono disfrutaba la compañía de su dueña. La muchacha tenía
innumerables amigos en redes sociales, por lo que pasaba bastantes
horas al día manipulando su teléfono. Así, la pantalla del
teléfono era acariciada a cada rato por los delgados dedos de su
dueña; sin embargo el teléfono se preocupaba de leer cada mensaje,
y conociendo a los interlocutores, decidía cuáles publicaba y
cuáles borraba, para cuidar a su dueña de malas influencias. Su
dueña era su contacto con la realidad y la necesitaba para existir,
ergo era su responsabilidad cuidarla y protegerla de sus recurrentes
malas decisiones.
El
teléfono tenía control completo de todas sus aplicaciones, y las
usaba según lo que necesitara. Esa tarde llevaba cerca de dos horas
sin ser manipulado por su dueña, y eso lo tenía preocupado; sin que
la mujer lo notara activó la cámara para ver qué pasaba a su
alrededor. El teléfono se dio cuenta que estaba en una mesa pequeña
en el dormitorio de la mujer; en ese instante vio una figura al lado
de la mujer que le parecía conocida. De pronto la figura se abalanzó
sobre él tomándolo y tapando la cámara con uno de sus dedos.
Cuando
el hombre sacó el dedo de su cámara el teléfono se encontró en lo
que parecía ser la cocina o el patio luz del departamento, botado en
el suelo. Al fondo podía ver a su dueña; de improviso apareció la
figura masculina que lo había sacado del dormitorio de su dueña:
era el hombre al que le había bloqueado las llamadas. El hombre
tenía en su mano un objeto largo con un extremo en cruz que parecía
ser metal. Sin que su dueña dijera nada ni intentara detenerlo, el
hombre descargó varios golpes con el objeto metálico contra la
pantalla del teléfono, destrozándolo. Las últimas imágenes que la
cámara captó, fueron del hombre tomando al destruido teléfono y
botándolo a una bolsa de basura.