Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, noviembre 07, 2018

Obrero

El obrero picaba el suelo con un chuzo para soltar la tierra y prepararla para la construcción del radier de la casa que estaban construyendo. Quien los contrató había optado por una empresa pequeña, sin grandes maquinarias, y cuya mayor fuerza era la humana; al parecer el dueño del terreno tenía bastante tiempo disponible pues el proyecto no tenía fecha de término, y al menos hasta ese instante no se había aparecido por el lugar a revisar el estado de las obras ni a hacer preguntas incómodas que sólo el dueño sabría responder.

El obrero trabajaba lenta y concienzudamente, buscando dejar el terreno lo más parejo posible, y que la profundidad fuera la misma en todos lados; sabía que eso era casi imposible por la aparición de piedras o raíces en su camino, pero al menos hasta ese entonces el trabajo avanzaba adecuadamente. De pronto al lanzar el golpe con el chuzo golpeó algo duro que desvió el trayecto de la herramienta; de inmediato se detuvo y clavó el fierro al lado del lugar, para explorar con sus manos y sacar la piedra contra la que había chocado. Sin embargo al agacharse y meter las manos donde estaba picando, se encontró con un objeto rectangular de tamaño mediano, que definitivamente era manufacturado.

El obrero observaba sorprendido el objeto. Era una caja cuadrada de madera con bordes metálicos de unos treinta centímetros por lado y diez centímetros de profundidad que no parecía tener por dónde abrirla. La caja pesaba cerca de siete kilos, por lo que obviamente tenía algún contenido en su interior; sin embargo al moverla de un lado a otro nada parecía sonar dentro de ella. El hombre estaba desconcertado, y la curiosidad lo llevó a tomar la única decisión posible para conocer su contenido: romper una de sus caras con el golpe de su chuzo.

El obrero miró a todos lados para cerciorarse que nadie se estaba fijando en lo que estaba haciendo. Con cuidado colocó la caja en el agujero de donde la había sacado, levantó su chuzo y descargó un golpe de mediana fuerza que no causó mella en la caja; al segundo intento golpeó con todas sus fuerzas la superficie, logrando perforar la caja y quebrar la madera hasta el borde metálico. Al sacar la caja y desprender los trozos de madera descubrió que estaba llena con una especie de ceniza densa; en ese momento un impulso lo llevó a oler el contenido para tratar de identificar qué era. El obrero aspiró fuerte: al instante una oleada de sangre pareció llenar su vista haciéndolo perder el conocimiento. En cuanto pudo ver, el alma contenida en las cenizas del cuerpo cremado se había apoderado del cuerpo del obrero; ahora debería tratar de entender el mundo nuevo en que había encarnado, y ver cómo iniciar la conquista de la nueva realidad en que estaba metido.