Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, diciembre 12, 2018

Calavera

La calavera reposaba en medio de la vereda. En algún instante de la madrugada alguien la dejó ahí y desapareció tal como había aparecido, dejando la amarillenta calavera reposando en medio de la vereda, a vista y paciencia de los pocos que deambulaban por el lugar a esa hora. El primero en encontrarla fue un ebrio que al verla se asustó, pero luego entabló un monólogo con el resto humano que se prolongó por casi quince minutos, hasta que el ebrio pudo ver y entender la hora que era, para despedirse de la calavera y seguir el incierto camino a su casa.

Poco antes de las seis de la mañana una mujer joven y muy abrigada pasó por el lugar camino al paradero de buses; en cuanto vio la calavera dejó escapar un grito y siguió corriendo hacia el paradero rezando en voz alta las oraciones aprendidas en la infancia. Un par de minutos más tarde otra mujer joven, bastante más desabrigada y que venía de vuelta de una noche de juerga encontró la calavera; sin asustarse se sentó junto a ella, con cuidado sacó de entre el pasto que quedaba al lado de la vereda algunas flores silvestres y adornó la calavera con las flores. Una vez hubo terminado, besó el hueso frontal alejándose alegremente del lugar.

Diez minutos más tarde un jardinero que iba camino a su trabajo se encontró con la calavera. Luego del susto inicial se acercó a ver las flores que rodeaban a la calavera; de inmediato las sacó dejando a la calavera nuevamente sin nada a su alrededor. De pronto el maduro y delgado hombre sacó de su mochila una vela y un encendedor, dejando a la calavera con una vela encendida frente a ella. El jardinero se persignó para luego seguir con su camino.

Cinco minutos más tarde un ciclista casi atropelló la calavera. Luego de la sorpresa inicial se detuvo a mirar la calavera y la vela. El joven tomó la vela con su mano enguantada, la apagó y la lanzó lejos, dejando nuevamente a la calavera solitaria en la acera; el joven prosiguió con su camino sin mirar atrás. De pronto la calavera pareció iluminarse, para desaparecer del lugar sin dejar rastro luego de haber cumplido su misión de cambiar instantes en las vidas de algunas personas, dejándolas con una historia que contar a sus familiares y amigos.