Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, enero 02, 2019

Nochero

El nochero despertó de su reparador sueño a las nueve de la noche. Ya llevaba décadas trabajando en un turno de once de la noche a las siete de la mañana, por lo que su vida transcurría cuando el resto de la gente descansaba. El hombre se lavó los dientes con los ojos cerrados, y de ahí pasó de inmediato a la ducha. Al salir se secó sin mirarse al espejo, se peinó de memoria y salió del baño a tomar desayuno y preparar su mochila para irse al trabajo. Su vida transcurría sin sobresaltos, tal y como a él le gustaba.

El nochero tenía puesto el televisor para ver las noticias antes de salir, pues ese era su único nexo con la gente que vivía de día. Luego de terminado el noticiario montaba su bicicleta para llegar justo a la hora de su turno a ejecutar sus labores; en su trabajo descansaba una noche en la semana, en la que también se levantaba de noche, pues esa era la rutina de su vida. De hecho si lo pensaba bien hacía demasiados años que no veía la luz del sol, cosa que en realidad no le generaba conflictos ni inquietudes.

Esa noche el nochero estaba un poco desconcentrado: sin darse cuenta aplicó demasiada fuerza al cuchillo con el que trataba de cortar el pan, y cuando se dio cuenta se había hecho una enorme y profunda herida al medio de su palma izquierda. De inmediato corrió al dormitorio y sacó del closet una toalla seca para contener la sangre y evitar mayores inconvenientes: luego de un par de minutos de apretar con fuerza se sacó la toalla, que extrañamente estaba seca y sin sangre. Al mirarse la herida el hombre vio el gran corte en su palma, pero completamente seco y limpio, como si nunca hubiera habido sangre en ella.

El hombre estaba desconcertado, miraba una y otra vez su herida y no salía nada desde ella. De pronto un extraño impulso se apoderó de él haciéndolo tomar el cuchillo y clavándolo en su abdomen: aparte de no sentir dolor, nada salió por los bordes de la herida. En ese instante el hombre miró la herida de su palma, y vio que ésta ya estaba cicatrizada; al instante miró su abdomen, descubriendo lo mismo. El nochero no entendía nada, hasta que de pronto recordó una película que había visto cuando joven, poco antes de empezar su trabajo nocturno. El hombre se dirigió temeroso al baño y se paró frente al espejo: al mirar vio que su imagen no se reflejaba en éste, y de inmediato empezó a entender el por qué vivía sólo de noche. Antes de tomar su bicicleta para irse al trabajo, tocó con su lengua sus colmillos a ver si tenían un tamaño o forma especiales.