Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 19, 2020

Texto

Esa mañana la secretaria estaba terminando de digitar el texto que la tarde anterior había dejado su jefe en la grabadora. La mujer llevaba quince años trabajando en la empresa por lo que ya no era novedad para ella que su jefe dejara dictados en la grabadora para que ella los digitara al día siguiente. Todo estaba bien estipulado dentro de su contrato, por lo que no estaba haciendo nada especial dicha jornada.

 

La mujer digitaba diligentemente sin tomar mucho asunto al contenido, pues su labor era sólo transcribir sin preocuparse del texto; de todos modos la mujer en muchas ocasiones hacía correcciones a los dictados cuando su jefe repetía alguna palabra en muchas ocasiones para evitarle malos ratos a la larga. Sin embargo esa mañana se dio cuenta que el tenor del texto en algunos párrafos parecía no tener mucha relación con la empresa, y que su jefe había abusado del uso de comillas para describir frases que le parecían ininteligibles. Tanto era lo extraño del texto, que en varias ocasiones su jefe había deletreado ciertas palabras que parecían estar en un idioma que la secretaria no manejaba.

 

Luego de media hora lidiando con un dictado que normalmente no le tomaba más de diez o quince minutos, la mujer terminó su trabajo. Justo antes de apagar la grabadora escuchó un mensaje que decía que luego de imprimirlo lo llevara de inmediato a la oficina para revisarlo junto con su jefe. Ello era lo más extraño, pues generalmente ese trabajo lo hacía una secretaria mucho más joven y agraciada que ella, que se sabía en todos lados que era la amante del jefe. Sin darle más vueltas al asunto la mujer imprimió el texto, arregló un poco su peinado y su ropa y se dirigió a la oficina de la dirección. Al tocar la puerta, se dio cuenta que estaba entreabierta.

 

La mujer entró a la oficina que se encontraba sólo con luz natural. Su jefe estaba de espaldas, mirando hacia el infinito por el ventanal. Ella lo saludó: sin darse vuelta ni responder, el hombre le dijo que leyera el texto en voz alta, y que aquellas palabras que desconociera las leyera tal y como estaban escritas. La mujer sin pensarlo dos veces empezó a leer el texto en voz alta, pues aún tenía trabajo pendiente y no podía seguir perdiendo más tiempo. Mientras leía se veía a través de la ventana cambios de colores en el cielo, como si estuviera viendo una aurora boreal; cuando pronunciaba las palabras que no conocía, estaba segura de sentir el piso temblar. Al terminar la mujer sintió una suerte de escalofrío recorriendo su cuerpo, el que rápidamente desapareció. El hombre sin darse vuelta le dio las gracias; la secretaria simplemente dejó el documento en el escritorio y salió de la oficina, sintiéndose algo extraña, como si se hubiera resfriado. Su jefe sonreía complacido, por fin había encontrado el conjuro para quitarle los poderes a la bruja que nunca había sabido acerca de su esencia.