Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 26, 2020

Tiempo

Dicen que el tiempo lo cura todo. Yo no creo que eso sea cierto.

Hace tres años salí a beber a un bar con algunos amigos. Esa noche me embriagué tanto que perdí el conocimiento. Cuando desperté estaba en una camilla de una clínica con un enorme parche en mi ojo izquierdo. Media hora más tarde apareció un médico junto a dos carabineros. Ellos me contaron que a mi y a mis amigos nos asaltaron a la salida del bar, que en el asalto reventaron mi ojo con algún objeto duro (un cuchillo tal vez) y que había perdido dicho ojo. Luego del estupor al saberme medio ciego, me contaron lo peor: a mis amigos los asesinaron y nos dejaron a todos botados en la calle. Llevo tres años esperando a que el tiempo me devuelva mi ojo y a mis amigos.

Hoy por fin me atreví a salir de noche de nuevo. Luego de tres años con psicólogo y psiquiatra llegó el momento de enfrentar de una vez por todas mis miedos. Fui a un bar a algunas cuadras de mi casa, solo. Me senté en la barra con mi vistoso parche tipo pirata en el ojo izquierdo y pedí el mismo whisky que bebí en exceso la noche en que mi vida cambió.

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba una noche sin culpas. Bebí tres whiskies, conversé con el barman, con dos o tres meseros y con dos personas que bebían en la barra. Por fin mis miedos empezaron a desvanecerse, ya no me sentía culpable por el homicidio de mis amigos, y pude saborear con tranquilidad mi whisky favorito cerca de mi casa pero fuera de ella. La vida parecía volver a tener algo de sentido pese a todo lo perdido aquella fatídica noche. Cuando empecé a sentirme mareado al terminar el tercer vaso pedí la cuenta; ahora debería enfrentar mis mayores miedos.

Caminaba nervioso a mi casa. De pronto detrás de un árbol apareció alguien cuyo rostro no pude ver, con una túnica de un color indeterminado y un reloj de arena en sus manos. De inmediato empecé a pensar qué querría ese loco disfrazado a esas horas de la noche en la calle. El personaje apuntó su mano libre a mi rostro: un extraño crujido se dejó sentir en mi cabeza, y de pronto un dolor incontenible se apoderó de mi vacía cuenca. Un minuto después creí ver una sombra negra donde no había ojo: al sacarme el parche descubrí que ese extraño individuo había hecho que mi ojo se regenerara. En ese instante comprendí que frente a mi estaba el Padre Tiempo, curándolo todo. De pronto el ser apuntó su mano libre por sobre mí: un par de segundos después sentí algo tocando mis hombros. Al mirar, vi esqueletos de manos tocándome en silencio.

 

1 Comments:

Blogger sergiomunozsasso said...

Final abrupto y desconcertante. Sorprendente.
Interesante relato en primera persona, está genial, por lo demás. Algunas veces en el imaginario personal de cada uno de nosotros, vamos relatando nuestra vida desde esa perspectiva. POV

8:40 p.m.  

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