Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 07, 2020

Perro

El perro callejero caminaba lentamente por la concurrida avenida. Contaba ya con siete años de vida, por lo que las calles no guardaban secretos para él. El perro sabía que los humanos, esa raza de animales de piel extraña y que caminaban en dos patas, podían ser muy cariñosos o muy malvados, por lo que siempre andaba atento por si alguno intentaba patearlo o lanzarle algún objeto para lastimarlo. De todos modos ya tenía afinado su instinto, por lo que no le costaba mucho saber qué humano lo acariciaría, quién lo alimentaría y quién lo lastimaría.

Luego de comer unos granos duros pero sabrosos que una humana sacó de una especie de bolsa de tela que llevaba en uno de sus hombros, y de beber de una pileta de agua creada por los humanos sin algún fin comprensible, el perro caminaba buscando caricias. El perro se acercaba a los humanos con la cabeza y las orejas gachas, y ya había conseguido que tres o cuatro humanos le entregaran cariño en su cabeza y cuerpo. Dentro de todo ese estaba siendo un buen día, y eso lo tenía feliz.

Mientras caminaba, el perro divisó a una persona que caminaba sola, sin otro humano acompañándolo. Llevaba un bolso en la espalda, que supuso podría tener algo de comida para él. Luego de verlo decidió que el humano no lo dañaría, por lo que se acercó a él directamente. El humano lo miró, se agachó levemente y acarició su cabeza, para luego seguir su marcha; el perro no quedó conforme, pues quería algo de la comida que el humano debería llevar en su bolsa. Disimuladamente el perro empezó a caminar al lado del humano, quien ni se inmutó.

El perro estaba algo frustrado, pero no cejó en su esfuerzo de conseguir algo de la comida que el humano debería llevar en su bolsa. De pronto el humano se detuvo, acercó la mano a su bolsillo y se dio cuenta que el perro estaba a su lado; de inmediato el hombre empezó a corretear al perro, quien no se movió de su lado. En ese instante el humano lanzó una patada al perro, quien alcanzó a esquivarla; el perro estaba desconcertado, era primera vez que su instinto fallaba. Sin más que hacer el perro se alejó del lugar y del humano, quien volvió a meter la mano a su bolsillo mientras veía al perro alejarse. El perro de pronto se detuvo y se dio vuelta a mirar: en ese instante un ruido ensordecedor y una bola de fuego salieron del humano, haciéndolo desaparecer, y con él a muchos de los humanos que estaban a su lado. El perro no entendía nada: en su especie no existían terroristas que buscaran matar a la mayor cantidad de perros posibles. Luego de ver la dantesca escena el perro siguió su marcha, no sin antes entender que su instinto no había fallado, que el humano no era malo con los animales sino que simplemente quiso alejarlo del lugar para que la bola de fuego no lo hiciese desaparecer.