El
anciano vivía de sus recuerdos. Hacía años que su vida se había
paralizado, primero cuando jubiló, luego al quedar viudo. Si bien
era cierto sus hijos y nietos lo querían mucho, se pasaban
visitándolo y se preocupaban que nada le faltara, su existencia no
tenía mayor sentido desde que dejó de ver toda la semana a sus
compañeros de trabajo, y su esposa lo abandonó para siempre. Su
realidad era simplemente seguir viviendo hasta que la muerte
decidiera que su tiempo había acabado y lo fuera a buscar para
llevarlo con su esposa y sus antepasados.
El
anciano había salido a comprar al almacén de la esquina esa tarde.
Al llegar al lugar encontró al dueño del negocio pálido frente a
la caja donde estaba un cliente. De pronto el anciano vio que en la
mano de quien estaba en la caja había un arma de fuego con la que
apuntaba al dueño; sin pensarlo dos veces el anciano se abalanzó
sobre el delincuente, consiguiendo tomar la muñeca del hombre. En
ese instante empezó un forcejeo que terminó cuando se escuchó un
disparo; el anciano pensó que por fin la muerte lo había ido a
buscar, pero medio segundo más tarde el delincuente cayó al suelo
gritando de dolor mientras una de las piernas de su pantalón se
inundaba de sangre.
A
partir de ese día la vida del anciano cambió. El hombre fue
reconocido como héroe local, premiado por el alcalde de la comuna,
invitado a programas de televisión a contar su historia; hasta una
editorial le ofreció escribir un libro con sus vivencias, donde por
supuesto incluyera el episodio que lo había lanzado a la fama. Ahora
ya no le quedaban horas del día disponibles para descansar o ver a
su familia, pues a cada rato su presencia era requerida para volver a
contar la historia del asalto, y algo de la historia de su vida.
Un
par de semanas después de haber alcanzado la fama, el anciano se
acostó a dormir algo más tarde que de costumbre, pues había sido
invitado a un programa de radio en el cual la conversación se había
alargado más de lo previsto. El hombre se acostó con tranquilidad,
y a los pocos minutos logró conciliar el sueño. Al poco rato empezó
a soñar. Se veía caminando en un paraje yermo y con neblina; de
pronto aparece ante él la muerte, anunciándole que su tiempo había
llegado. El anciano no entendía por qué la vida le había dado un
motivo para existir y luego le quitaba tan rápido la vida. La muerte
tampoco lo entendía.