La
joven bruja intentaba explicarle sus poderes al policía que la
estaba interrogando. Gracias a sus dones la mujer se había visto
envuelta en un homicidio, sin ser capaz de hacerle entender a la
gente que ella no estaba relacionada con el asesinato, y que estaba
ahí sólo por su eterno afán de intentar cambiar el final de sus
visiones. Ahora estaba en una sala de interrogatorio contando su
realidad, y sin que su interlocutor creyera una palabra de lo que
ella decía.
Esa
mañana la muchacha había partido en bicicleta el trayecto a su
trabajo. A unas quince cuadras de iniciar su pedaleo, recibió en su
mente la imagen de una casa, desde la cual salía una mujer envuelta
en sangre. De pronto miró a su izquierda y reconoció de inmediato
la casa; la chica detuvo la bicicleta, intentó golpear la puerta
pero la puerta se abrió sola al primer golpe. La muchacha entró, y
se encontró con la misma mujer que había visto en su visión botada
en el suelo y desangrándose. De inmediato llamó a la ambulancia y a
la policía, y como no tenía modo alguno de explicar su presencia en
el lugar, fue conducida al cuartel para ser interrogada.
El
policía miraba a la detenida con cara de incredulidad al escuchar
que había visto una imagen del homicidio y que por eso reconoció la
casa. El hombre intentaba escribir la declaración sin reírse,
mientras la muchacha seguía dando detalles de sus eventuales
poderes. De pronto la muchacha se quedó en silencio y su rostro
empalideció. El policía siguió riéndose, y al terminar de
escribir el reporte salió de la oficina a llamar al fiscal para
explicarle la situación.
La
muchacha estaba consternada en la sala de interrogación. En medio de
la entrevista una imagen se fijó en sus ojos: el policía aparecía
en la casa cortándole el cuello a la mujer. La muchacha estaba
atemorizada, pues creía que el policía la culparía a ella para
salvarse él. De pronto la puerta se abrió y una joven mujer policía
le informó que podía irse, que estaba libre y que probablemente la
podrían llamar como testigo en algún momento. La muchacha se apuró
en salir del lugar; justo cuando el policía salía de la habitación
una nueva imagen se apoderó de su mente: un hombre de barba larga
entraba al cuartel, disparaba a diestra y siniestra, y el policía
que estaba interrogándola terminaba con dos balas en su rostro.
Cuando la muchacha iba saliendo del cuartel, se cruzó con un hombre
alto de barba larga, que llevaba un impermeable cerrado de pies a
cabeza.