Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, enero 22, 2021

Escalador

 El escalador seguía ascendiendo el macizo rocoso de siete mil metros de altura. El experimentado escalador estaba acostumbrado a las altas cumbres y de hecho ese cerro le servía de entrenamiento para luego ascender una cumbre de ocho mil metros. En esa oportunidad su entrenamiento estaba diseñado para lograr la cumbre sin usar oxígeno de soporte, pues quería hacer lo mismo con su siguiente desafío. El hombre estaba escalando el cerro solo, pues en ese período del año eran pocos sus colegas que se atrevían a escalar a esa altura por lo agresivo del clima.

El escalador ascendía sin mayores dificultades. Ya había llegado a los seis mil seiscientos metros, por lo que estaba listo para hacer el ascenso final para lograr cumbre esa misma jornada. Hasta ese momento no había tenido ningún inconveniente, y su preparación física le había permitido llegar con un gran resto físico, por lo que el ascenso final no debería ser un desafío mayor para sus capacidades. Sin embargo el escalador era prudente, por lo que se estaba tomando un necesario descanso para no sobrecargar sus músculos al hacer el ascenso, pensando en la baja concentración de oxígeno en el aire a esa altura; además, estaba aprovechando el tiempo para consumir la mayor cantidad de glucosa posible para no encontrarse con ninguna sorpresa.

Cinco horas más tarde el escalador llegó a la cumbre. El cansancio no era tanto, por lo que se sentía satisfecho: su entrenamiento había sido el adecuado, y se sentía preparado para su siguiente ascenso. El escalador se dispuso a descansar un rato antes de comenzar el descenso. De pronto el hombre escuchó un fuerte crujido tras de sí; al darse vuelta, se encontró de frente con una figura humanoide de cerca de tres metros de altura, cubierta de pelos y que lo miraba con curiosidad.

El escalador estaba estupefacto. De inmediato sacó un oxímetro de pulso para cerciorarse que el oxígeno en la sangre no estuviera demasiado bajo para hacerlo tener ese tipo de alucinaciones: grande fue su sorpresa al ver que el oxígeno estaba inclusive un poco más alto que lo esperable a esa altura. El escalador no comprendía nada, mientras el individuo lo seguía mirando con curiosidad. De pronto el ser acercó una de sus manos a la cabeza del escalador, quien se quedó quieto esperando a ver qué hacía el gigante. El ser empezó a pasar sus dedos por el casco del escalador, quien seguía quieto. En ese instante el gigante apretó el casco del escalador, sujetó su cuerpo con su otra mano, y con un movimiento brusco separó la cabeza del cuerpo del hombre, quien empezó a sangrar a raudales. El gigante sacó la cabeza del casco, se la comió, luego devoró el cuerpo, y enterró el casco en la nieve para que su siguiente presa no supiera de sus intenciones y se encantara, tal como todos, de su mirada y actitud de curiosidad.