El
hombre temblaba de frío. Esa mañana de primavera amaneció bastante
nublada, y el hombre por apuro no alcanzó a ver el pronóstico del
tiempo por lo que salió sólo con una polera delgada de manga corta.
Al parecer y al menos por la mañana, pues al llegar a su lugar de
trabajo si revisó el pronóstico para el día, pasaría algo de frío
sin que ello le preocupara mayormente.
A
mediodía el frío había aumentado, el día estaba más nublado, y
parecía que las condiciones no mejorarían durante la jornada. El
hombre llegó a pensar en la posibilidad de usar la hora de almuerzo
para ir a alguna multitienda y comprar alguna prenda para pasar la
emergencia, cosa que finalmente no hizo pues el tiempo y el dinero no
le alcanzaban. Así, debería soportar las bajas temperaturas hasta
llegar a su casa a la tarde.
A
la hora de salida el frío arreciaba, la tarde estaba oscura y había
empezado a nevar. El hombre no entendía el mal pronóstico que había
visto por internet, pero simplemente se fue caminando y tiritando al
paradero de buses para irse a su domicilio. Luego de diez minutos en
el lugar pasó su bus y pudo hacer el camino de regreso a su hogar.
A
la mañana siguiente el hombre pensó en llevar una chaqueta liviana
para pasar el eventual frío matinal y no andar tan cargado de ropa a
la tarde. Grande fue su sorpresa al ver que la entrada de su edificio
tenía cerca de cincuenta centímetros de nieve, que el conserje del
turno de la mañana no había llegado, y que el del turno de la noche
no se podía ir. El hombre volvió a su departamento, se puso ropa de
invierno y salió a esperar locomoción. Una hora después volvió a
su departamento sin haber encontrado movilización, y casi congelado.
A
la mañana siguiente el hombre llegó a la entrada de su edificio. La
nieve llegaba a un metro de altura. El hombre decidió partir al
supermercado, a ver si podía al menos comprar pan para algunos días.
Al llegar encontró todo cerrado, y a un guardia en el suelo,
congelado y sin signos vitales. El hombre llamó a la policía y a la
ambulancia, sin encontrar respuesta. Como pudo volvió a su edificio,
subió a su departamento y encendió el televisor. En un canal había
un periodista transmitiendo desde su vivienda, contando que el mundo
entero había entrado en una nueva era glacial, y que no había
esperanzas de salvación para la raza humana. El hombre apagó el
televisor, sacó una botella de ron, bebió un vaso y se sentó a
esperar a que los servicios básicos dejaran de funcionar y la comida
se le acabara. O que el frío lo matara, lo primero que sucediera.