Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, febrero 12, 2021

Oportunidad

El café aún humeaba en la taza que estaba en el escritorio al lado del computador. La pantalla estaba encendida, el navegador estaba abierto, tal como una planilla Excel vacía. En la silla frente al computador no había nadie. En el escritorio de al lado tampoco. En ninguno de los escritorios de la oficina había gente. En ninguna de las oficinas había ocupantes. El piso completo estaba vacío, al igual que todo el edificio.

Las calles estaban repletos de autos. Todos encendidos, los motores humeando, algunos ronroneando, los menos rugiendo. Los vehículos estaban sin ocupantes. Había algunos accidentes menores por aquellos vehículos que siguieron avanzando al quedar sin freno de mano, pero nada que generara un caos especial.

Los animales deambulaban libremente por la ciudad. Las aves cantaban en los árboles, se bañaban si encontraban agua acumulada, volaban de un lado a otro sin restricciones. Los perros se movían solos o en manadas, ladrando por doquier, comiendo desechos o restos de comidas dejadas en la calle. Los gatos no tomaban en cuenta nada, simplemente seguían con sus vidas; de tanto en tanto uno que otro era correteado por las mandas de perros, pero salvo ello no había mayor problema. Las mascotas estaban desconcertadas, pues no tenían dueños a quienes pedir comida o a quienes acompañar.

De pronto un enorme rugido se hizo escuchar. Un avión de pasajeros cayó en medio de la ciudad, destruyendo edificios y vehículos. El avión no tenía piloto ni tripulación. Tampoco tenía pasajeros. Nadie estaba en los autos ni tampoco en los edificios, por lo que no hubo víctimas que lamentar.

Los barcos en el puerto flotaban como de costumbre. Aquellos anclados se mantenían en su lugar, los que no eran movidos por las olas. Ninguno tenía tripulantes, capitanes, marineros o estibadores. Los puertos estaban vacíos, sin nadie que cargara o descargara dichos barcos.

El planeta de un instante a otro se quedó sin humanos. No hubo una muerte masiva ni una guerra nuclear, simplemente a cierta hora los humanos desaparecieron. Ahora el planeta estaba a merced de los animales y de sí mismo. En algunas décadas retomaría su ciclo normal y volvería a ser el paraíso que el hombre destruyó cuando el demiurgo decidió plantarlo en el planeta. La tierra por fin tenía una segunda oportunidad, y no la dejaría pasar.