El viejo
hombre escuchaba en silencio su televisor. Pese a tener cable y
decenas de canales temáticos, puntualmente a las nueve de la noche
ponía un canal local para escuchar las noticias. Y literalmente las
escuchaba, pues encendía el televisor y volvía a su computador a
completar lo que fuera que estuviera haciendo: chatear, ver sus redes
sociales, subir algún tema que sólo a él le interesaba, o alguna
fotografía que no causaba impacto alguno, o goglear lo que fuera
para dejar pasar el tiempo.
Mientras
leía sus redes sociales, el hombre escuchó una extraña noticia en
televisión. La conductora dijo, muy tranquila y suelta de cuerpo,
que el asteroide descubierto hace un año por astrónomos y que se
suponía que pasaría a millones de kilómetros de la tierra en
camino a estrellarse en el sol, había desviado su ruta y se dirigía
directamente hacia nuestro planeta. Luego de terminar el reportaje,
la conductora presentó la sección de deportes, que no era más que
el listado de partidos del torneo nacional y uno que otro partido
internacional.
El hombre
estaba algo desconcertado. Creyendo que había escuchado mal cambió
de canal, encontrando en todos los noticiarios el mismo reportaje con
mínimas variaciones, sin causar mayor impacto en los presentadores,
quienes luego presentaban desinteresadamente la siguiente sección
del noticiario. Incrédulo, el hombre sintonizó canales de noticias
del extranjero: en todos el desarrollo era similar, presentadores
insensibles, reportaje completo, siguiente sección.
El hombre
entró a sus redes sociales. Muchos de sus contactos comentaban
acerca del asteroide, pero no veía en nadie mayor interés por el
hecho, sólo un par de palabras y luego alguna foto ridícula, un
meme o un comentario de farándula. El mundo estaba en peligro
inminente, y a nadie parecía interesarle.
El hombre
entonces decidió entrar a la página de la NASA. En ella encontró
la sección “NASA Events” que mostraba todo lo destacado del día.
Grande fue su sorpresa al ver un horario al día siguiente como fecha
de impacto del asteroide. Extrañamente, luego venían enumeradas más
actividades, como si el impacto del asteroide no fuera a causar
ninguna consecuencia.
A la mañana
siguiente el viejo hombre salió de su casa a ver qué pasaba con las
personas. Todos parecían estar viviendo normalmente, yendo a sus
trabajos, colegios y universidades como si nada fuera a suceder. El
hombre no daba crédito a lo que pasaba; mientras él llevaba una
cuenta regresiva con su celular, el resto del mundo parecía no tomar
en cuenta lo que estaba previsto. El hombre estaba a cada segundo más
nervioso. De pronto la alarma de su reloj sonó: en ese instante su
corazón colapsó, y pese a los esfuerzos de los transeúntes, fue
imposible reanimarlo del paro cardíaco que sufrió. Así su mente se
encargó de acabar con sus días, inventando un final de mundo
inexistente, en alguien del todo sano pero cuyo tiempo en este mundo
ya había terminado