Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, abril 17, 2021

Balanza

 El médico llevaba media hora con la vista fija en la balanza que usaba en su consulta. Desde que llegó a su oficina esa mañana notó que el brazo basculante tenía un movimiento tenue pero continuo. A esa hora las ventanas estaban cerradas, no tenía ventilador ni aire acondicionado, y no estaba temblando. Pese a ello el brazo basculante de la balanza se movía como si alguien hubiera bajado recientemente del aparato, y no paraba de moverse. El médico sabía que las máquinas de movimiento perpetuo no eran posibles con la física del planeta; sin embargo, la balanza no paraba de moverse.

El médico empezó a atender pacientes. En la segunda consulta debió pesar al paciente. Luego que subiera a la balanza el médico pudo pesarlo sin problemas; una vez hubo bajado, el profesional dejó quieto el brazo de la balanza equilibrado, sin que éste siguiera moviéndose. En cuanto el paciente abandonó la consulta, el brazo basculante empezó a moverse tal como antes. El médico intentaba entender qué era lo que pasaba; en algún instante llegó a pensar que algún colega le había jugado una broma y había instalado algún sistema con imanes para mover el brazo. El profesional revisó el aparato sin ser capaz de encontrar nada, y sin que el brazo basculante dejara de moverse.

Llega la hora de almorzar. El médico cierra su oficina y se dirige al restaurante de siempre donde pide la comida de siempre; sin embargo ese día tomó mucho más tiempo en comer, pues su mente seguía tratando de entender el movimiento permanente de su balanza. Por más que lo pensaba, su cerebro no era capaz de encontrar una explicación lógica al fenómeno. Por lo menos el movimiento no alteraba su trabajo ni era notado por sus pacientes. Al parecer debería acostumbrarse a dicho cambio en su lugar de trabajo, y dejarlo pasar mientras ello no alterara sus funciones.

Esa tarde el médico volvió algo más temprano a la consulta. En el edificio tenían la costumbre de colocar luz ultravioleta cuando lo profesionales salían a almorzar para eliminar gérmenes. Cuando el médico entró la luz aún estaba encendida; en ese instante el profesional quedó paralizado. En la balanza se veía con la luz ultravioleta una imagen trasparente que insistía en pesarse y no se convencía que la balanza sólo marcaba unos cuantos gramos cada vez. De pronto la imagen giró, quedando de frente al médico, quien balbuceó en voz baja que no pesaba más que gramos porque ya no tenía cuerpo físico. La entidad se miró a si misma, sonrió y desapareció, dejando la balanza quieta. Esa tarde el médico canceló todas las horas, y se quedó en la oficina rezando y meditando en silencio.