El
niño ordenaba los juguetes en su habitación. Luego de haber jugado
un par de horas luego de terminadas sus clases el pequeño
acostumbraba, tras haber sido educado por su madre, guardar sus
juguetes en estricto orden. El niño tenía dos grandes cajas
plásticas con tapa y dos repisas pegadas a la pared, donde dejaba
sus juguetes siempre en el mismo lugar. En las repisas estaban
ordenados por alguna categoría que estaba clara para él en su
mente, y en las cajas los guardaba por tamaño, dejando los más
grandes al fondo y los más pequeños cerca de la tapa. Así, el niño
sabía exactamente dónde estaba cada juguete de su colección.
Al
volver del colegio esa tarde, el pequeño se cambió de ropa, tomó
onces, hizo sus tareas y se fue a su dormitorio a sacar sus juguetes
para jugar. Al llegar al dormitorio el niño miró una de las repisas
y notó que uno de sus juguetes no estaba en su lugar; el niño miró
a todos lados, de pronto sonrió y empezó a sacar el resto de sus
juguetes como si nada hubiera pasado. Dos horas más tarde su madre
le dijo que era hora de cenar y dormir, señal para que el pequeño
ordenara sus cosas; después de guardar todos sus juguetes en su
lugar, el pequeño fue a cenar para luego acostarse a dormir. Su
madre lo acostó, le dio el beso de las buenas noches, y miró las
repisas; la mujer se dio cuenta que uno de los juguetes faltaba, pero
como su hijo ya estaba empezando a quedarse dormido, no le dio mayor
importancia y salió de la habitación.
A
la mañana siguiente el pequeño salió temprano de su casa a esperar
la llegada del transporte escolar, que apareció un par de minutos
luego que él junto a su madre estuvieran parados en la puerta de la
casa. La madre volvió al hogar, pues le gustaba dejar ordenado antes
de irse a su trabajo. Al entrar a la habitación de su hijo para
hacer la cama, se encontró con que no faltaba nada en las repisas;
la mujer miró extrañada pero a esa hora no tenía tiempo de
descubrir qué había sucedido, por lo que terminó de estirar la
cama y se fue a su habitación a ordenar lo que pudiera.
Después
de vestirse y maquillarse para el trabajo, la mujer dio una última
vuelta por la casa. Al entrar a la habitación de su hijo, vio que
faltaban dos juguetes de las dos repisas, además de escuchar ruidos
en el closet del pequeño. La mujer se asustó sobremanera, pero de
todos modos debía revisar para saber qué pasaba. Luego de ir a
buscar una figura del busto de un personaje famoso de bronce sólido
se acercó a la puerta del closet y la abrió. En el lugar se veían
los juguetes flotando en el aire, y una imagen difusa y trasparente
jugando con ellos. La mujer lo miró con detención, y luego de cinco
segundos reconoció la imagen de la descripción del amigo imaginario
de su hijo. La mujer simplemente cerró la puerta y se fue al
trabajo, con la certeza que durante la tarde los juguetes volverían
a su lugar.