El
operario de grúas estaba en su día de descanso disfrutando del
silencio. Luego de cinco días de trabajo sintiendo el motor de su
máquina en su cabeza, necesitaba de sentir la nada en sus oídos.
Aparte del ruido de su herramienta de trabajo, el hombre trabajaba en
una obra llena de maquinaria extremadamente ruidosa, por lo que el
silencio era el manjar más anhelado durante su semana laboral.
El
hombre dormía profundamente esa tarde de sábado. De fondo se
escuchaban algunos ruidos normales de una tarde de fin de semana,
que no eran suficientes como para acabar con su paz y su silencio. De
pronto creyó sentir el encendido de un motor, y casi fue capaz de
establecer la cilindrada de la máquina; sin embargo luego el ruido
bajó de intensidad por lo que pudo seguir durmiendo. Tres minutos
más tarde un ruido ensordecedor lo despertó por completo: el hombre
de inmediato reconoció un martillo neumático que empezaba a golpear
repetidamente el pavimento.
El
hombre se levantó molesto; en cuanto llegó a la puerta de su casa
vio que desde el frente de su casa salía agua a borbotones, y que
varios vecinos cuchicheaban en el lugar. El hombre salió de su casa
y se enteró que una matriz se había roto, y que el equipo de
emergencias necesitaba romper el pavimento para acceder a la matriz y
repararla. El hombre volvió desolado a su casa, a sabiendas que
perdería esa tarde de silencio por completo; sin ganas de nada, el
hombre se sentó en un sillón del comedor, empezando rápidamente a
dormitar.
El
hombre despertó varias horas más tarde. Su casa estaba a oscuras, y
no se escuchaba ruido alguno. El operario se asomó a la ventana y no
vio a nadie del equipo de reparaciones; el hombre sonrió, pues al
parecer terminaron temprano la reparación, y pudo seguir durmiendo
sin mayores sobresaltos. De pronto un potente golpe se sintió en su
puerta, y varios policías entraron gritando a su living, tirándolo
al piso y esposándolo, para luego sacarlo en andas del lugar y
trasladarlo a una comisaría.
El
operario no entendía nada, su día de silencio se había convertido
en una pesadilla y había terminado con él en una comisaría
esposado en una celda fría y rodeado de gente que no paraba de
hablar. De pronto un uniformado fue por él, lo sacó del lugar y lo
llevó a una habitación donde un hombre de terno empezó a hacerle
preguntas incomprensibles para él. Como el operario parecía no
entender nada, el hombre de terno encendió una pantalla donde se
veía un video de una cámara de seguridad instalada en un poste casi
en la puerta de su casa. En el video se veía a él mismo saliendo de
su casa con los ojos cerrados y con un chuzo en sus manos. Sin mediar
provocación el operario atacó con el chuzo a todos los
trabajadores, acabando con todos ellos en cuestión de segundos, para
luego encender la maquinaria y haciéndola partir sin ocupantes,
provocando un gran accidente de tránsito una cuadra más allá. Sin
abrir los ojos el operario volvió a su hogar. En ese instante el
hombre de terno y el uniformado se dieron cuenta que el operario se
había quedado dormido, y que se estaba poniendo de pie y
dirigiéndose a la puerta de salida de la habitación. Veinte
segundos más tarde en la puerta de la comisaría se escucharon diez
o doce disparos. Diez segundos más tarde un hombre salía caminando
del lugar con los ojos cerrados.