El
hombre respiraba con dificultad luego de correr cinco kilómetros por
la vía pública. Ya llevaba cerca de veinte años corriendo tres o
cuatro veces a la semana, por lo que ese trayecto no le era ajeno.
Cada vez que salía a trotar recorría las mismas calles a la misma
velocidad de siempre, pues era una costumbre demasiado antigua para
empezar a cambiarla de la nada. El trote le permitía mantenerse
físicamente mejor de lo esperado para alguien de su edad, y su ánimo
siempre era mejor que el del resto de sus amigos sedentarios. Pese a
todo, su vida era buena.
Un
par de minutos más tarde su respiración se había normalizado, y
ahora simplemente culminaba su trayecto caminando lentamente a su
domicilio para bañarse y seguir con las actividades del día a día.
De pronto el hombre no se fijó por donde caminaba, y justo en su
trayecto había una tapa de alcantarillado abierta, cayendo en el
agujero.
El
hombre no entendía bien lo que estaba sucediendo en esos momentos.
Ya habían pasado cerca de treinta segundos desde que cayó por el
agujero y tomó conciencia de ello, y sin embargo seguía cayendo. La
velocidad a la que caía parecía aumentar a cada segundo
escasamente, pero dado el tiempo se estaba haciendo cada vez más
incómoda la sensación de peso llevándolo hacia abajo. El hombre
estaba muy asustado, pero nada podía hacer para salir de esa
situación.
Cinco
minutos más tarde el hombre seguía cayendo. Una serie de ideas
pasaron por su mente en ese tiempo. Pensó en que caería hasta salir
por otro agujero al otro lado del mundo; su mente intentaba imaginar
en qué parte del planeta emergería, para saber qué le pasaría.
Luego pensó en que al acercarse al centro de la tierra la
temperatura aumentaría y terminaría muriendo calcinado antes de
llegar a alguna parte. Inclusive pensó en que terminaría su caída
en el infierno; sin embargo lo desestimó casi al instante, pues no
creía en el cielo o el infierno.
El
cuerpo del hombre yacía a diez metros de profundidad en la
alcantarilla seca. Su cuello y cabeza habían colapsado con el
impacto, acabando con su vida en el instante; mientras tanto su mente
seguía cayendo dentro de su alma, hasta que tomara conciencia de lo
sucedido y pasara lo que debería pasar.