Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, julio 31, 2021

Bus

 La mujer estaba temblando de frío en el paradero de buses. A las seis y media de la mañana el frío cortaba la piel, pero era el único medio que tenía para llegar a su empleo al otro lado de la capital y poder darle el sustento a sus hijos, luego que dos años antes el padre saliera a comprar cigarrillos sin que aún hubiera vuelto de tan extensa compra. A veces la mujer se reía de si misma imaginando a su ex pareja en un departamento lleno de cartones de cigarrillos, pero al poco rato la imagen cambiaba: ya debería tener probablemente otro hijo más, y podría estar ad portas de volver a salir a comprar cigarrillos, producto de su inmadurez y de su incapacidad de pensar en alguien que no fuera él mismo. Justo en ese momento de cavilaciones apareció su bus.

La mujer se sentó en un asiento que daba a la ventana, al lado de un hombre obeso que dormía profundamente. En esos momentos la presencia del obeso le servía para mantener su cuerpo medianamente caliente, por lo que no reclamó y simplemente cerró sus ojos para intentar dormitar algo del largo viaje que le quedaba por delante. La mujer se quedó dormida rápidamente gracias al calor corporal compartido por el obeso, lo que hizo sentir su viaje más breve de lo que en realidad había sido. Diez minutos antes de la hora de ingreso al trabajo estaba bajando en el paradero de llegada, que le quedaba a cinco minutos caminando hasta su trabajo.

La mujer entró al edificio donde trabajaba, siendo mirado con curiosidad por el portero. La mujer entró al ascensor a toda velocidad sin mirar nada ni a nadie, subió hasta el piso donde estaban ubicadas las oficinas de su empresa, saludó a todo el mundo y se sentó en su escritorio. Cinco minutos más tarde apareció su jefe con uno de los guardias para hacerla salir del lugar. La mujer no comprendía nada, se puso de pie no sin antes reclamar, y se dirigió hasta el ascensor. Al entrar a éste se vio en el espejo sin entender lo que estaba sucediendo.

La mujer estaba a la entrada de su edificio estupefacta. Al entrar al ascensor vio la imagen del hombre obeso con su cartera al hombro. No entendía lo que había pasado ni sabía cómo revertirlo; lo que más le preocupaba era que el hombre era un trabajador de la construcción que se dirigía a su obra esa mañana.