La
mujer estaba temblando de frío en el paradero de buses. A las seis y
media de la mañana el frío cortaba la piel, pero era el único
medio que tenía para llegar a su empleo al otro lado de la capital y
poder darle el sustento a sus hijos, luego que dos años antes el
padre saliera a comprar cigarrillos sin que aún hubiera vuelto de
tan extensa compra. A veces la mujer se reía de si misma imaginando
a su ex pareja en un departamento lleno de cartones de cigarrillos,
pero al poco rato la imagen cambiaba: ya debería tener probablemente
otro hijo más, y podría estar ad portas de volver a salir a comprar
cigarrillos, producto de su inmadurez y de su incapacidad de pensar
en alguien que no fuera él mismo. Justo en ese momento de
cavilaciones apareció su bus.
La
mujer se sentó en un asiento que daba a la ventana, al lado de un
hombre obeso que dormía profundamente. En esos momentos la presencia
del obeso le servía para mantener su cuerpo medianamente caliente,
por lo que no reclamó y simplemente cerró sus ojos para intentar
dormitar algo del largo viaje que le quedaba por delante. La mujer se
quedó dormida rápidamente gracias al calor corporal compartido por
el obeso, lo que hizo sentir su viaje más breve de lo que en
realidad había sido. Diez minutos antes de la hora de ingreso al
trabajo estaba bajando en el paradero de llegada, que le quedaba a
cinco minutos caminando hasta su trabajo.
La
mujer entró al edificio donde trabajaba, siendo mirado con
curiosidad por el portero. La mujer entró al ascensor a toda
velocidad sin mirar nada ni a nadie, subió hasta el piso donde
estaban ubicadas las oficinas de su empresa, saludó a todo el mundo
y se sentó en su escritorio. Cinco minutos más tarde apareció su
jefe con uno de los guardias para hacerla salir del lugar. La mujer
no comprendía nada, se puso de pie no sin antes reclamar, y se
dirigió hasta el ascensor. Al entrar a éste se vio en el espejo sin
entender lo que estaba sucediendo.
La
mujer estaba a la entrada de su edificio estupefacta. Al entrar al
ascensor vio la imagen del hombre obeso con su cartera al hombro. No
entendía lo que había pasado ni sabía cómo revertirlo; lo que más
le preocupaba era que el hombre era un trabajador de la construcción
que se dirigía a su obra esa mañana.