Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, julio 10, 2021

Calabozo

 El hombre estaba sentado en la banca del calabozo de la comisaría. Había sido denunciado por su esposa por violencia intrafamiliar por octava vez, y sabía que en esta ocasión la situación no pintaba buena para él. Esa noche había llegado ebrio a la casa, como era de costumbre cada viernes; como era de costumbre su esposa lo había increpado, y como era de costumbre la había abofeteado para que lo dejara tranquilo. Sin embargo en esa noche se le había pasado la mano y la golpeó varias veces hasta dejarla sangrando, lo que hizo que ella llamara a carabineros terminando en su detención en el calabozo de la comisaría hasta la audiencia de control de detención a la mañana siguiente.

El hombre estaba solo en el calabozo. Para él era raro, porque en las siete detenciones anteriores de noche de viernes para sábado el calabozo siempre estaba lleno de conductores ebrios, maltratadores ebrios, peleadores ebrios, y ebrios de otras categorías; sin embargo en esa ocasión estaba solo, y no parecía que fueran a llegar más detenidos.

El hombre intentaba hacer memoria de esa noche, pero todo se apagaba al terminar de golpear a su mujer. No tenía recuerdos de la llamada de su esposa a carabineros, de la llegada de éstos, de su detención, de su llegada a la comisaría, de nada. Era evidente que había bebido demasiado y que su memoria se había borrado de tanto beber; era también evidente para él que parte de su condena sería entrar en un programa de rehabilitación para alcohólicos, cosa que detestaba pues no soportaba a los psicólogos, pero en esas circunstancias el juez no le preguntaría acerca de sus gustos. En esas circunstancias el hombre sólo esperaba no haber lastimado demasiado a su esposa para no complicar su condena.

Tres horas más tarde el hombre aún seguía solo en el calabozo. De pronto su memoria empezó a funcionar, y algunas imágenes empezaron a aparecer en su mente. Luego de golpear a su mujer, ella había huido a la cocina; el hombre ebrio la siguió, no sabía si para seguir golpeándola o para pedirle perdón. Al entrar a la cocina su esposa se abalanzó sobre él y un agudo pinchazo sintió en su pecho; segundos más tarde el hombre estaba botado en el piso de la cocina, y la mujer estaba sobre él golpeando su pecho repetidas veces con el puño derecho. Cuando la mujer terminó, el hombre vio el puño y el antebrazo de la mujer ensangrentados, y un delgado cuchillo cubierto de sangre en su mano. Luego de ello la mujer hizo una llamada telefónica llegando la policía. Minutos más tarde dos hombres vestidos de buzo blanco tomaron su cuerpo y lo metieron a una bolsa plástica.

El hombre seguía sentado en la banca del calabozo. Al parecer la eternidad lo dejaría solo en ese calabozo mental hasta que llegara el tiempo de su juicio final. Mientras tanto su esposa estaba sentada en un calabozo real, esperando que su abogado apelara a legítima defensa.