Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, julio 16, 2021

Choque

 La secretaria del banco no entendía bien lo que le estaba sucediendo. El vehículo que tanto esfuerzo le había costado comprar estaba destrozado en medio de la calle luego que en un cruce de calles un bus no respetó el semáforo y la arrastró cerca de treinta metros antes de detenerse. Los airbag del vehículo salvaron su vida, quedando con algunos rasmillones propios de tal violento evento. Mientras tanto, el chofer del bus se mantenía encerrado en la cabina con las puertas del vehículo cerradas, sin dejar bajar a ningún pasajero.

La mujer fue ayudada a salir de los restos de su auto por transeúntes que se preocuparon de desconectar la batería de su vehículo para evitar riesgo de alguna explosión. Uno de ellos se quedó a su lado al ver a la mujer congelada mirando los restos de su medio de transporte. Mientras tanto el chofer del bus permanecía con la máquina cerrada, lo que ya tenía molesto a varios pasajeros que le gritaban para que los dejara bajar. El hombre seguía impávido con la vista al frente, sin manifestar emociones aparentemente. De pronto una sirena empezó a sonar para hacerse espacio en el lugar.

La policía intentaba convencer al conductor del bus a que abriera la puerta y dejara bajar a los pasajeros que ya estaban empezando a desesperarse con la situación. Uno de los policías se acercó a la conductora del auto destrozado para tratar de obtener una declaración; sin embargo la mujer seguía mirando estupefacta los restos de la que fuera su única propiedad. Mientras tanto el hombre que custodiaba a la mujer seguía mirándola en silencio tratando de entender su pasividad.

De pronto una ambulancia apareció. Uno de los paramédicos se aproximó a la mujer, mientras el otro se acercó por la ventana del bus a hablar con el conductor. Tanto la mujer como el hombre seguían tiesos mirando a la nada, sin reaccionar a la conversación de los paramédicos. Mientras tanto los testigos empezaron a dispersarse pues ya había pasado demasiado rato sin que nadie sucediera.

Media hora más tarde los policías y la ambulancia se habían ido, dejando a los vehículos chocados en la calle. Tanto la mujer como el hombre seguían impávidos. Los pasajeros seguían sentados en sus asientos. De pronto el chofer del bus se bajó de la máquina, se acercó a la mujer con una navaja de bolsillo en la mano, se la entregó a la mujer y la abrazó. La mujer abrió la navaja y clavó la hoja en el abdomen del hombre para luego, mientras éste caía de rodillas, cortarle el cuello. Ninguno de los pasajeros del bus se movió. Ninguno de los transeúntes se detuvo. Mientras tanto el alma del hombre miraba complacido su cadáver en el suelo; por su parte la mujer sonreía luego de cobrarse de su auto destrozado, y de decenas de descalabros en sus encarnaciones anteriores provocadas por la misma alma de siempre.